Opinión | Para empezar
Las islas se venden en Madrid
Las islas se están vendiendo estos días en Madrid, en la feria Fitur. Me refiero al turismo, claro, porque la tierra, la costa y su mar ya se vendieron hace años por parte de muchos de los que ahora se llevan las manos a la cabeza y reniegan de la masificación. Se están vendiendo las islas, retomo el tema, se supone que para mejorar turísticamente, para evolucionar hacia un sector más respetable con el entorno y los recursos naturales.
Vale, me dejo de bromas. Se están vendiendo de varias formas. La primera, por parte de todas las empresas que rodean a este mundillo del turismo, maravilloso por otra parte (y no tiro de ironía). Cada una, con excepciones muy reconfortantes, defiende lo suyo e intenta arañar más beneficios en un mundo tremendamente competitivo. Ya saben que Ibiza hace años que apostó por el lujo, por la calidad, para convertirse en lo que ya es: un parque temático que cierra en invierno y donde cada vez hace más frío para sus habitantes habituales (vivienda cara y vergonzante, precios de la compra disparados, cada vez más pobres en la calle y más asentamientos ilegales...).
Pero en eso consiste el negocio, hay que recuperar la inversión y optimizar los activos. Convencer al cliente de que sus vacaciones en la isla serán la repanocha con experiencias exclusivas y únicas, perfectas para subir a tus redes para envidia de tus conocidos. Hoteles, restaurantes, bares, discotecas, tiendas de moda y de artículos de lujo, alquileres de yates... Todo el sector se prepara estos meses para llegar a la temporada con las pilas cargadas, con el hacha afilada.
Luego están las administraciones, que como en todo llegan tarde y se han especializado en el parcheo; que hay un problema grave, ahí están los políticos, un lustro después, devanándose los sesos para solucionar algo que ya tiene siete derivadas. En fin, es como implorar lluvia en el desierto o buscar un policía local en las calles de Vila para que multe al cretino de la moto o del coche a escape libre; una utopía. Pero de eso vivimos, de esperanza. Siempre esperando a que alguien se invente algo que solucione todos nuestros problemas. Y así nos va...
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