Opinión | Una ibicenca fuera de Ibiza

Todas las palabras del año

Otro año de récords: 88,5 millones de turistas internacionales hasta noviembre de 2024 que gastaron 118.000 millones. Un 17% más que el 2023. Quizá con esos millones se compraron ese 10% más de viviendas —¡ojo, que una de cada tres se pagó al contado!—. Una muestra de noticias que nos anuncian como un éxito y que a nosotros, pobres mortales, nos resbalan. En cambio, como hablar todavía es gratis, sí nos toca repartido el éxito o el fracaso, ¡la tremenda responsabilidad! de aquello que se convierte en la “Palabra del año”.

Tarde, rascando casi noviembre llegaba a nuestras vidas la palabra que la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE) escogería como Palabra del año 2024: ‘dana’. Y ya no nos la quitamos de la boca. Superando a otras candidatas como ‘fango’, ‘gordofobia’, ‘inquiokupa’, ‘mena’, ‘micropiso’ o ‘turistificación’, que díganme si no son un retrato más feo pero más fidedigno del país que la lluvia de millones que siempre cae a otros.

La palabra del 2023 fue ‘polarización’, que lejos de desaparecer ha sido la elegida este 2024 por dos instituciones distintas: el Merriam-Webster (American most trusted dictionary) y el neerlandés Van Dale, aunque este último de motu proprio tras cancelar la elección por la polémica generada por una de las palabras candidatas: transitiespijt, una suerte de “arrepentimiento de personas transgénero sobre su proceso de transición” que desató una guerra entre grupos anti-transgénero y la comunidad científica que clamaban que las cifras (entre 0,6 y 0,3% de arrepentimiento) no justificaban generar alarma ni eran relevantes en un país con un 8% de padres que se declaran arrepentidos de haber tenido hijos o con un 40% de matrimonios que terminan en divorcio.

La palabra del año para Dictionary.com vino precisamente de una tiktoker trans que acumula millones de visualizaciones: ‘demure’. Así, Jools Lebron explicaba cómo se maquillaba para ir al trabajo: “Muy ‘demure’. Muy consciente. No parezco un payaso cuando voy a trabajar. ¿Ves cómo estoy muy presentable? La forma en la que fui a la entrevista es la forma en que voy a trabajar. Muchas de vosotras vais a la entrevista luciendo como Marge Simpson y luego os presentáis en el trabajo como Patty y Selma. Eso no es muy ‘demure’”. Aunque este término, demure (recatado), existía, Lebron lo resignificó a tener una apariencia o un comportamiento con cabeza, pero refinado y las redes lo extendieron a contextos tan diversos como cuando el mismísmo presidente Joe Biden se publicó anunciando que “Cancelar la deuda estudiantil de casi 5 millones de estadounidenses” era “very mindful. Very demure”.

También protagonizó su sucesora, Kamala Harris, otra Palabra del año. La elegida por el Diccionario Collins de inglés: ‘brat’ —una suerte de “mocosa”, pero sobre todo el título del último disco de Charli XCX— y que la cantante resignificó a “esa chica que es un poco desordenada y le gusta la fiesta y tal vez a veces dice algunas cosas tontas, que se siente ella misma, que puede también tener una crisis, pero de alguna manera lo supera”. Una explicación poco clara hasta que la propia Charli vio la luz al conocer la candidatura de Harris y publicó en redes: “Kamala IS Brat”. Algo que se viralizó y por supuesto fue utilizado por “los unos” y “los otros” en campaña en este mundo, ya saben, “polarizado”.

En el tintero de Collins quedaron finalistas que merecen mención como ‘delulu’, una alteración de ‘delirium’ (delirio) y que significa “totalmente equivocado o poco realista en sus ideas o expectativas”; ‘brainrot’ (palabra compuesta por brain, cerebro y rot, putrefacción), “Incapacidad para pensar con claridad causada por el consumo excesivo de contenido en línea de baja calidad” —un término que, por cierto, Oxford English Dictionary sí ha elegido como su Palabra del año—; ‘supermajority’ (el sueño húmedo de cualquier político: súper mayoría). Y entre las candidatas que no besaron el podio, también ‘Anti tourism, “Oposición o acción contra el turismo a gran escala”, poniendo como ejemplo a la ciudad de Barcelona. Y es que, no en vano, el británico Collins, fue pionero en incorporar la palabra ‘balconing’.

El alemán Gesellschaft für deutsche Sprache (GfdS) eligió ‘Ampel—Aus’ (semáforo apagado), una burla al fin del ‘Ampelkoalition’ (Coalición semáforo) por los colores de los partidos Socialdemócrata, Democrático Libre y Aianza 90/Los Verdes que se fundió tras dos años y diez meses de gobierno. Una muestra del clima optimista que se respira en el país está en algunas de las palabras semifinalistas: ‘Rechtsdrift’, “deriva hacia la derecha”, y ‘Kriegstüchtig’, “listo para la guerra”.

Y como en esto del lenguaje uno nunca sabe si fue antes el huevo o la gallina; si evoluciona como reflejo inevitable del mundo en que vivimos, o acaso el mundo se transforma condicionado por lo que hablamos, yo les invito a que este año cuidemos lo que decimos. Ya saben, algo un poquito más ‘brat’ y muchísimo más ‘demure’.

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