Opinión | Desde la marina

Un lujo ofensivo

Tenemos el precio construido más caro que en Londres o París

Cuando se cronifica el perjuicio que en sus derechos básicos y constitucionales sufre el ciudadano de a pie, como sucede en la vivienda, la situación sólo puede empeorar si dejamos, como venimos haciendo, que la ciega ley de la oferta y la demanda rija el mercado. Ibiza es un ejemplo escandaloso de hasta dónde llega el descalabro cuando la rueda inmobiliaria, sin control, deviene apisonadora. Es cierto que el intervencionismo público puede ser peligroso, pero no lo es menos cruzarse de brazos y esperar que el propio mercado se regule, cosa imposible mientras esto sea lo que es, un campi qui pugui. Hoy tenemos el precio construido más caro que en el centro de Londres o París; hacerse con una vivienda de lujo en Formentera puede costar 40.000 euros el m2; más del 20 % de la obra nueva en ejecución es de inmuebles que superan los tres millones de euros y encontrar una vivienda por debajo del millón, se ve ya como una ganga. ¡De locos!

El problema es que hablamos de ello, protestamos y nos cabreemos, pero ¿cree el lector que sirve algo? Diría que no. De año en año la situación empeora y lo que hoy tenemos delante de las narices, junto a una pobreza que se hace endémica y un chabolismo incorporado sine die al paisaje, es una oferta desaforada que se carcajea de la demanda de quienes, con insuficiente poder adquisitivo, están al pie de los caballos. Sin que nadie pueda, sepa o quiera reconducir la situación. Nadie le pone el cascabel al gato. Mientras haya un tío Gilito que cuente los millones como calderilla, pague lo que le pidan, y a su lado malviva el ciudadano con una nómina que sólo le da para salir del paso, la situación no nos mantendrá en Matamala, nos llevará a Matapeor. Y una de dos, o nuestros mandarines crean líneas rojas, haciéndolas cumplir -cosa improbable-, o este supuesto paraíso tendrá las dos caras que ya tiene, a cual más vergonzosa, la de ricos muy ricos y pobres muy pobres. Ya lo decíamos ayer, este Año Nuevo, de nuevo tiene poco. n

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