Opinión | Para empezar

La paz mundial y esas cosas

La Paz en el mundo, el fin del conflicto de Oriente Medio y del genocidio del pueblo palestino, el armisticio en la cada vez más olvidada guerra de Ucrania y en todas las demás, más olvidadas aún, del mundo... son absolutos, deseos de esos que pronunciaría sin pensar cualquier candidata a Miss Universo con un manual bien aprendido, pero soy consciente de que nada puedo hacer sobre eso.

Frenar el avance mundial de los populismos de aquí y de allá y del fascismo en general, equilibrar el calentamiento global, desterrar el hambre que aún asuela buena parte del planeta, echar abajo las dictaduras... es una necesidad y en algunos de estos deseos puedo aportar mi infinitesimal granito de arena, pero poco más.

Si vamos a lo más próximo, atajar la emergencia que sufren las islas en materia de vivienda, emparentada con la de los trabajadores sin opción a techo, la pobreza, las mafias, la inseguridad, la miseria física y moral... encontrar una solución al creciente drama de las migraciones, salvar de la codicia nuestro suelo y nuestro patrimonio, proteger el cada vez más frágil equilibrio ambiental... son claves. Ahí no sólo yo, todos los que vivimos en esta comunidad tenemos algo que decir. Es, digamos, una responsabilidad compartida.

Pero hay algo que me compete solo a mí, que es de mi jurisdicción exclusiva, como diría el desaparecido Antonio Escohotado. En este 2025 que acaba de empezar voy a intentar con todas mis fuerzas ser una mejor persona, el yo más auténtico para mí y para los demás. No creo que esto pueda considerarse una actitud revolucionaria, pero sí necesaria, viendo cómo está el percal. Y puede que eso encienda una luz en todo lo demás, una vela entre tanta oscuridad.

Voy a luchar contra la inercia, la tontería, la insulsez y el amodorramiento. Y si me he puesto demasiado moñas o en plan paulocoelhista, lo siento.

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