Opinión | Tribuna

El alcalde pescador

En este fin de fiestas, en el que imperan los buenos deseos y las cartas abiertas a los Reyes Magos entre los junta letras que publicamos en las páginas de opinión, yo me pido para Ibiza un Angelo Vassallo. Este político italiano, asesinado de nueve disparos a quemarropa, se dice que por la camorra, ejerció como alcalde durante tres legislaturas, entre 1995 y 2010. Su muerte se produjo justo cuando iba a iniciar la cuarta, tras ganar las elecciones con el 100% de los votos de los habitantes de su municipio, Pollica, en la provincia de Salerno, al sur del país.

Vassallo, también conocido como ‘El alcalde pescador’, se dedicaba a faenar con un arrastrero hasta que, harto de ver cómo el mar degeneraba a basurero y su pueblo se sumía en el abandono y la corrupción, decidió presentarse a las elecciones locales, ganándolas. Tras enfrentarse a los funcionarios, que no pegaban un palo al agua y le boicotearon en cuanto puso un pie en el ayuntamiento, y a los especuladores, que estaban convirtiendo la costa en un muro de hormigón, reconvirtió su municipio en un ejemplo de gestión ambiental y turismo sostenible, reconocido por la Unión Europea. También se convirtió en uno de los principales impulsores de que la dieta mediterránea fuera declarada patrimonio oral e inmaterial de la humanidad por la Unesco.

‘El alcalde pescador’ paralizó urbanizaciones, eliminó los vertidos de hoteles y otros edificios en la costa, limpió los fondos marinos de chatarra, ordenó el servicio de basuras, puso en marcha una depuradora que nunca había comenzado a funcionar y, en definitiva, convirtió en jardín un pueblo que iba camino de transformarse en estercolero. También cerró clubes nocturnos en los que se comerciaba con drogas y derribó múltiples construcciones ilegales, labrándose una cantidad importante de enemigos, pese a ser plenamente consciente de a lo que se exponía.

Su muerte se asocia a intereses mafiosos relacionados con la especulación inmobiliaria y el tráfico de estupefacientes. Después de su fallecimiento, se le hicieron toda clase de homenajes tanto en su país como en la Comunidad Europea y, en 2016, se estrenó la película ‘El alcalde pescador’, dirigida por Maurizio Zaccaro y protagonizada por Sergio Castellitto, que narra su etapa como alcalde.

Tras visionarla durante estas fiestas navideñas, encontré un aluvión de paralelismos entre Pollica y nuestra querida isla, aunque aquí no hemos tenido la suerte de que un valiente, sin miedo a los poderosos y dispuesto a romper las inercias de unos intereses creados durante décadas de corrupción y especulación sin freno, tomara la vara de mando. Sin duda, en Ibiza hemos tenido un puñado de políticos hábiles y productivos, pero la realidad es que ninguno se ha atrevido a cambiar una dinámica autodestructiva que, desde hace tiempo, resulta evidente para buena parte de la población.

De los abusos de la industria del ocio, nocturno y diurno, que hace y deshace leyes a su antojo para amoldarlas a las condiciones de impunidad que requiere ya ni hablamos. Tampoco de la especulación inmobiliaria que ha sembrado nuestra costa de mamotretos infames. Ni siquiera del negocio multimillonario que oscila alrededor del tráfico de drogas, ya desde los años ochenta y de manera ininterrumpida. Damos por hecho que tendremos que convivir con este problema para la eternidad, cruzando los dedos para que ninguno de nuestros hijos caiga atrapados en sus redes. Se rumorea, por ejemplo, que el peligroso fentanilo ya anda circulando por la isla y que la heroína vuelve con fuerza.

Sin embargo, tampoco se atreve nadie de forma contundente con el problema de la vivienda. Vemos el barrio de Cas Mut sembrado de grúas, mientras se erigen villas de lujo en lo alto de los montes, cómo en Sant Antoni vuelve a construirse a destajo en el centro de la localidad o lo que ha pasado en la costa de Xarraca, en pleno siglo XXI. Y en los mismos términos podemos referirnos a lo acontecido estas últimas décadas en Sant Josep, Santa Eulària y Formentera.

En las Pitiusas se construye más que nunca, pero no se da respuesta a la problemática de la vivienda, proliferando el chabolismo a una escala que nunca habíamos visto en nuestra historia, con el agravante de que quienes malviven en estas condiciones no son marginados sociales sino trabajadores. Todos ellos tratan de ahorrar, evitando gastarse la práctica totalidad de los frutos de su oficio en una habitación, que, según las últimas informaciones publicadas, ya anda por la friolera de 1.600 euros al mes, incluso en temporada baja.

Lo dicho. He pedido a los Reyes Magos que nos traigan un Angelo Vassallo que se deje de circunloquios y le meta mano al problema de la vivienda en Ibiza. Sin embargo, me da que sus majestades no me lo van a conceder. Y eso que he sido bueno.

@xescuprats

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