Opinión | Para empezar

De la abstención a la epistocracia

Abstenerse mola. No dices ni que sí, ni que no, quedas bien con todo el mundo y, si la cosa sale mal, no es cosa tuya. Pero si la cosa sale bien, también puedes apuntarte el tanto. Últimamente parece que la abstención está de moda y los políticos, al menos en Formentera, la usan a diestro y siniestro, con el último ejemplo este mismo viernes durante el debate de la moción de censura contra Llorenç Córdoba. La izquierda isleña, que había propuesto, condicionado y hasta diríase que manejado la moción, se abstuvo en el momento de votar para demostrar su desacuerdo con el programa político de Sa Unió, la opción conservadora que liderará el nuevo Consell de Formentera, aunque este será un gobierno a medio gas, ya que la coalición cuenta con el mismo número de representantes en el pleno que Gent per Formentera y PSOE unidos.

El verso suelto de este poema es y será durante los dos años y medio que quedan de legislatura, el inefable ex presidente, Llorenç Córdoba, quien, cual crupier monegasco, podrá jugar la carta del desempate allí donde no se alcance un acuerdo previo entre la formación conservadora y los partidos de la izquierda. Posiblemente, esta sutil amenaza con palabra y voto en el plenario obligue a Sa Unió, GxF y PSOE a mejorar sus habilidades dialectales y argumentativas para llegar a cada pleno con la tarea hecha y los votos amarrados, no sea que Córdoba, en lugar de abstenerse, se dedique a repartir apoyos según le llegue el viento, por la derecha o por la izquierda. No sé por qué el nombre de Cándido Valladolid padre y la Formentera de principios de siglo se me viene a la cabeza últimamente.

Volviendo al tema de la abstención, dicen los que saben que es el acto por el cual un votante decide no emitir criterio, no que no lo tenga, sino que no lo quiere emitir, vaya usted a saber por qué, aunque seguro que el cálculo de pérdidas y beneficios de la variedad que sea fundamenta esta decisión.

Al final, Platón y, más recientemente Jason Brennan, van a tener razón y ya tardamos en instaurar una epistocracia y que gobiernen los que de verdad saben.

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