Opinión | Para empezar
La caída de un mito
Todo tiene un final. Las epopeyas, las grandes historias y los relatos legendarios se mantienen en la memoria colectiva precisamente porque llegaron a un final, unas veces previsible o acordado o buscado por los protagonistas y otras, en cambio, generado por el infortunio o los caprichos del destino. Los protagonistas de estas odiseas suelen ser personas atribuladas o marcadas por una fatalidad que se recomponen hasta alcanzar cotas imprevistas.
En las Pitiusas estamos a punto de dar carpetazo a una de esas historias inconcebibles, cuasi imposibles y fascinantes. Y además en el campo de la política, trufado siempre de seres legendarios, titanes del sentido común y la buena gestión (si es que...). Llorenç Córdoba llega hoy a su Ítaca tras un periplo inaudito plagado de adversidades que, curiosamente, él mismo ha ido sembrando en su camino, en un curioso reto por ponerse las cosas más jodidas, si me permiten el taco.
Después de más de un año luchando prácticamente en solitario contras las adversidades, después de amenazar al Govern con retirarle su «apoyo incondicional» al parecer (qué falta de decoro) por falta de liquidez y en busca de un módico sobresueldo, este gigante de la política pitiusa, capaz de generar tanto asombro como titulares inverosímiles (hasta le echaremos de menos) asiste esta mañana de finales de año al que posiblemente sea su último pleno como presidente. Aunque conociendo el percal, cualquier cosa puede suceder en ese paraíso allende es Freus. Homero y Alfred Hitchcock son dos inocentes imberbes comparados con los políticos de Formentera. ¡Menuda trama, qué ingenio! Cada día una noticia más surrealista que la anterior.
Formentera es hoy también noticia por otra tragedia, un verdadero drama. Resulta que la ruta migratoria de Argelia a las islas (la misma que hacían a la inversa hace décadas muchos pitiusos en busca de algo que echarse al coleto), ha engullido este año a medio millar de almas. Muchas de ellas de niñas y niños. Qué diferencia con las tiernas escenas de alegría de estas fiestas. Y en el trayecto hacia Canarias los fallecidos aumentan a 9.757, casi como toda la población de Formentera. ¿Se imaginan? ¿Se pueden hacer una idea? A mí me cuesta horrores..
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