Opinión | Tribuna
Viene un 2025 con pintas de calvario político
Desde el Partido Popular ya le han advertido a Pedro Sánchez que “va a vivir un calvario judicial”. Es un error auto delatarse así: ni el PP, ni ningún partido, debería conocer lo que van a hacer los jueces, salvo que esté conchabado con ellos. Más explícita, la rotunda sinceridad de doña Consuelo Reyna, veterana y poderosa directora de Las Provincias. La visité en su despacho, en su época de esplendor, y me regaló la siguiente perla: “Se equivoca el presidente socialista Lerma cuando dice que dirijo el periódico del PP valenciano. Al revés: el PP es el partido de mi periódico”. Traducción: “El poder c’est moi”. Al menos dos directores en la capital, trataron de imitarla.
¿Y quién es el poder en Madrid, que conspira sin descanso contra el Gobierno de Sánchez y viene anunciando su caída, por varios voceros, desde hace seis años, cuando la moción de censura? En cualquier mesa de tertulia, ningún comensal afirma que el poderoso contrapoder al Gobierno reside en la calle Génova 13, sede del Partido Popular, planta séptima, despacho de Alberto Núñez Feijóo. Alguno sugiere que el poder está en la Puerta del Sol, donde reina Isabel Díaz Ayuso. Otros difuminan sus opiniones refiriéndose a la banca, o a las grandes empresas. Hay más coincidencia en señalar a los “aparatos ideológicos del Estado”, es decir, jueces, altos funcionarios, militares, diplomáticos y demás, curiosamente en denominación acuñada por el profesor marxista Louis Althusser. Enric Juliana se refiere a ese poder como “Madrid DF”, aprovechando el impacto del título de un libro reciente firmado por el arquitecto Fernando Caballero. Caballero habla de mega ciudades y en el prólogo se aventura que la capital española y su comunidad, que crece en cien mil habitantes anuales, alcanzará quizás los diez millones de residentes y probablemente concentrará el treinta por ciento del PIB nacional, como París.
Cuando se habla con cargos del actual Gobierno, se aprecia división de opiniones. La invitación a uno de ellos para el Congreso Mundial del Derecho (Santo Domingo del 4 al 6 de mayo) es respondida con una aceptación “pendiente de cómo vaya la legislatura”. Otros, la mayoría, no tienen duda de que, con Presupuestos o sin ellos, aquí no habrá elecciones hasta 2027. Y tiran de épica para justificar el pronóstico: ¿Y cómo fue la persecución al gobierno de Felipe González con Aznar y Álvarez Cascos al frente? “La derecha cree que el poder es suyo y que la izquierda, aunque lo consiga democráticamente, lo usurpa”, es la argumentación más extendida.
Incluso se compara la crispación actual, y la que pueda venir, con la procesión y martirio de Adolfo Suárez hasta conseguir su dimisión en enero del 81. Suárez estaba solo frente a todos los poderes nacionales e internacionales. En contra la patronal, presidida por un feroz Carles Ferrer Salat; la Iglesia, por aprobar la ley del divorcio; la Embajada USA, porque no veía clara la integración en la OTAN y por su viaje a Cuba; Israel, por aquella foto con Yasser Arafat; y, por si fuera poco, todas las familias de su partido disparándole, a saber, democristianos, liberales y socialdemócratas, incluidos los “azules”. Visto así, Pedro Sánchez, aunque se le nota el desgaste en la cara, está como Felipe y su calvario; y aún mejor que Suárez, que acabó dimitido y enfermo. Pero, ojo con el 2025. No hay piedad, ni tregua.
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