Opinión | Tribuna

Overbooking

Este domingo, un amigo que debía volar en el mismo vuelo en el que yo viajaba desde Ibiza a Madrid se quedó en tierra por overbooking. Tras pasar unos días en la isla, regresaba a casa para disfrutar las fiestas navideñas con la familia. Un par de días antes, les ocurrió exactamente lo mismo a dos familiares que también compartían idéntico trayecto. Que las compañías aéreas tengan capacidad para vender más billetes que asientos hay en el avión, aunque sea un atropello que no se toleraría en muchos otros sectores, está permitido por la legislación europea.

A veces, las situaciones de overbooking se solucionan porque no aparecen algunos pasajeros y todos aquellos que se habían quedado sin asiento al final pueden realizar el viaje, aún a costa de pasar un mal rato. Sin embargo, cuando se abusa de esta práctica, resulta demasiado habitual que los usuarios descartados se vean forzados a soportar un verdadero calvario para lograr alcanzar su lugar de destino.

En el citado vuelo, operado por la compañía Iberia Express, no sólo se encontró en esta situación mi amigo, sino que a otras cinco personas les ocurrió lo mismo. Gracias a las ausencias, esos cinco pudieron acceder al avión, mientras que él, que era el sexto, perdió el vuelo. A partir de ahí, tuvo que soportar una larga cola para hablar con algún representante de la compañía que le ofreciese una alternativa y, finalmente, haciendo una escala, logró llegar a su destino, muchas horas después, completamente agotado y teniendo que conducir de madrugada el largo camino a casa, ya que reside en un pueblo de la meseta. La indemnización y el bocadillo no compensan, ni por asomo, las molestias que las compañías aéreas generan en los afectados. Eso sin contar las veces que han perdido negocios, citas médicas, bodas o funerales por culpa de estas nefastas políticas empresariales.

Ya para colmo, como yo viajaba en el mismo vuelo, pude comprobar, con estupefacción, que a mi amigo lo dejaron tirado pese a la docena de sillas vacías que quedaban en clase business, ya que allí las butacas centrales de cada lado del aeroplano se quedan sin ocupar, para mayor comodidad de estos pasajeros. ¿Cómo es posible que se prefiera dejar a un pasajero en tierra antes que llenarlas, aunque sea a costa de compensar económicamente a los vecinos de asiento?

Las compañías aéreas maltratan sistemáticamente a los usuarios y siempre anteponen el máximo beneficio, aún a costa de amargar la vida al cliente. No importa que les caigan multas y pierdan demandas millonarias por acometer este tipo de abusos, porque siempre encuentran nuevas fórmulas de exprimirnos. Ya hemos pasado por anulaciones de billetes de vuelta por no emplear el de ida y la progresiva implantación de una amplia variedad de extras y complementos para poder sentarte al lado de tu hijo, llevar una maleta de mano o que nos impriman la tarjeta de embarque. Algunas compañías de transporte de pasajeros, como Ryanair, que se lleva la palma, son extraordinariamente creativas a la hora de sortear la legislación y diseñar nuevos tributos que al final encarecen un billete presuntamente económico muy por encima de lo que cobra la competencia.

En Ibiza, además, tenemos el añadido del descuento de residente, que las compañías de transporte aéreo utilizan descaradamente para incrementar sus beneficios a costa de encarecer los billetes que usamos, sin que nadie se lo impida. Es fundamental que las autoridades de consumo combatan estos abusos y recientemente se han logrado importantes conquistas, pero la práctica del overbooking no tiene un pase y las autoridades europeas tendrían que eliminarlo. Las aerolíneas deberían vender sus asientos de cada trayecto sólo una vez. Si alguien no entendía para que sirven los lobbies instalados en Bruselas, esta práctica constituye un ejemplo perfecto de los logros que han obtenido en el pasado.

El overbooking de los aviones viene a ser lo mismo que si los cines vendieran entradas por encima de su aforo y al llegar a la sala te encontraras que tu butaca ha sido ocupada por otro. O que en la cola de la caja de una tienda de ropa te incauten las prendas que ibas a pagar para que otro cliente prioritario se las lleve.

Hablamos en otra ocasión de las crecientes tarifas que se aplican y que, con descuento de residente y todo, resultan muchas veces abusivas. O de cómo eliminan sin despeinarse algunos vuelos por la noche, de forma que todo aquel que viene a pasar el fin de semana a la isla la escapada se le queda reducida a día y medio. Ya está bien de esta dictadura y maltrato por parte de las compañías aéreas. Nuestros políticos están para defendernos y a estas empresas se les concede una manga ancha intolerable. n

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents