Navidad para todos

Estamos en los últimos días de preparativos para la fiesta de la Navidad. Ya muchos felicitan este acontecimiento con un «a ver si pasan pronto estos días». Yo creo que todos tenemos ganas de que acaben los días de excesos de compras, de comidas y cenas, de consumismo puro y duro, pero qué diferente es el sentido de la Navidad. 

Celebrar el nacimiento de una criatura debería ser siempre motivo de alegría. Festejar el poder acompañar a una familia, que, a pesar de las dificultades, tira adelante con ilusión, amor y alegría la venida de un pequeño en la familia, debería ser siempre motivo de esperanza. 

El celebrar el nacimiento de Jesús, cada año, por estas fechas, debería ser el motivo de recordar la necesidad que tiene la humanidad de poder recuperar la esperanza. La esperanza de encontrar un trabajo digno, de poder llegar a tener una casa, más aún, un hogar, la esperanza de recuperar la salud, e incluso de que nos toque la lotería. 

Es difícil vivir sin esperanza. Sin motivo alguno para poder encontrar fuerzas para seguir adelante con todos los problemas que nos rodean. Con este motivo el Papa Francisco ha querido que este próximo año que iniciaremos, sea un nuevo Jubileo llamándonos a ser «peregrinos de la esperanza». Esperar a pesar de todo. Esperar que, celebrando la Navidad, descubramos que Dios no deja solo a su pueblo. Celebrar que son miles y miles las personas que no se cansan de hacer el bien, el ejemplo lo hemos podido constatar en el desastre de la dana. Frente a una riada que ha destrozado tantas familias, otra riada de solidaridad, que ha llenado de esperanza a pueblos que lo han perdido todo. 

Así es la vida, así hay que vivir la Navidad. Consigamos huir de los lazos del consumismo para revestirnos de la luz de la solidaridad, de la paz y del amor que nos trae el Nacimiento de Jesús un año más. Rompamos con la oscuridad que envuelve a tantas familias y situaciones que nos impiden ver el futuro con esperanza.n

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