Opinión | Desde la marina

Vila, alquitrán y cemento

El gran parque verde sólo puede hacerse en ses Feixes

La extremada carencia en Vila de zonas verdes se intentó paliar tiempo atrás con las especies arbustivas y las palmeras washingtonianas que se plantaron en los reducidos chaflanes del Ensanche. Una iniciativa tan voluntariosa como ingenua. Era inviable que se quedase corta en una urdimbre urbana constreñida y ya consolidada. No había huecos que se pudieran aprovechar para oxigenar la angostura de unas calles en las que los edificios tienen excesiva altura, que no estaban pensadas para el tráfico vehicular que tienen hoy ni para convertirse en el aberrante parking urbano que tenemos y que, para más inri, se amplía cada año. La situación, en consecuencia, es agobiante y de muy mala habitación.

A nadie se le escapa que el gran parque verde que la ciudad necesita sólo puede hacerse en ses Feixes, proyecto que seguirá enquistado mientras no exista un acuerdo justo –repito, justo- entre las Administraciones y los propietarios de los terrenos. El consistorio tendrá que ‘retratarse’, tendrá que pagar de forma adecuada los espacios que se apropie de los propietarios que, no lo olvidemos, durante muchos años han pagado religiosamente el IBI por terrenos que eran urbanizables y se declararon rústicos por arte de birlibirloque, lo que sólo se puede calificar como abuso de poder y cacicada. El tema es polémico, lo sé. Y levanta ampollas, pero el sentido común dice que el poniente de ses Feixes que queda junto a la actual avenida de Santa Eulària (es Pratet) debería ser edificable como medida mínima compensatoria para negociar y liberar para uso público el resto de ses Feixes, el Pla de Vila y el Prat de ses Monges. Sin ese mínimo acuerdo, —y me quedo corto— la recuperación de ses Feixes para uso público puede seguir sine die en vía muerta. Una pena. Porque es la única alternativa que queda en el entorno inmediato a Vila para que la ciudad tenga una zona verde significativa. En otro caso, Vila seguirá ahogada en el alquitrán de sus calles y el cemento de sus edificios. Sin las zonas verdes que necesita. Un municipio liliputiense, de poco más de 10 km2, por el que pueden circular en verano más de 80.000 vehículos diarios. ¿Paraíso vacacional? La ciudad no, por supuesto. n

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