Opinión | Para empezar

La APB, ese mundo paralelo

La Autoridad Portuaria de Balears (APB), como las del resto del país, gestiona suelo público, que nos pertenece a todos los ciudadanos. Cuando hay que escribir sobre este organismo es bueno recordar esta obviedad porque debe condicionar cualquier consideración posterior. Y porque esa condición de empresa pública es un detalle que suele pasarse por alto. Sobre todo quienes manejan sus hilos desde los despachos. Y eso que la opacidad de este organismo se ha reducido bastante en las últimas décadas. Recuerdo que entonces hacían y deshacían a su antojo y con un descaro que rayaba en lo obsceno. Lo hago de esta manera porque sí y porque, además, me sale de la quilla, por usar un término marinero, ya que estamos.

Eso ha cambiado, cierto. Incluso también es verdad que la APB dialoga e incluso escucha a las administraciones. Sobre todo cuando éstas se percatan de la importancia de las decisiones que se toman en ese despacho tan lejano, inalcanzable, que tiene en Palma. Pero siguen teniendo tics autoritarios. Un detalle: el contenido de lo que se trata en su consejo de administración. A ver, si lo que se decide en ese lúgubre despacho nos afecta a todos, porque todos somos los propietarios del suelo con el que juega, negocia y trabaja la APB, ¿por qué no podemos saber qué puñetas discuten? El último ejemplo, el miércoles. Todos sabíamos que se trataría el futuro del puerto de la Savina. Desde la APB, preguntados al respecto, respondieron con el tradicional laconismo: «Bon dia. No estoy autorizado para avanzar los temas del consejo de administración. Gracias». Maravilloso.

No es una queja por lo poco que nos ayudan en nuestro trabajo, porque como siempre nos buscamos la vida para que la información salga de todas maneras. Pero un tema tan delicado requiere otro tratamiento. Sobre todo cuando afecta a toda una isla y cuando todos sus partidos políticos están en contra de lo que se ha decidido, por los motivos que sean.

Alegan que lo pidió el Consell. No es cierto. Lo pidió Llorenç Córdoba, que por caprichos de ese destino que él mismo se ha trazado no representa a la isla. Al menos no a toda. Y desde luego a ningún partido, que en conjunto sí pueden alardear de representación ciudadana.

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