Opinión | Tribuna

El limbo

Se dice que uno de los mejores inventos de la Humanidad ha sido el Infierno. ¡Y es posible! Ha cumplido con creces su propósito durante siglos, amedrentando a la gente de tal manera que los actos de fe han estado constantemente presentes en sus vidas, en todo el mundo y en todo tipo de religiones. Miguel de Unamuno sugirió hace más de cien años que como ya no asustaba a nadie, se tendría que cerrar, pero parece que no ha llegado aún ese momento y sus responsables se niegan a clausurarlo.

Hay que reconocer que el Cielo también es otro gran invento, como premio a vivir como es debido y en contraposición al castigo y la penitencia. Dos grandes inventos, ambos del imaginario humano en todas las culturas y civilizaciones. Curiosas coincidencias. O no tan coincidencia. Este hecho es digno de estudio para comprender la condición humana, sus fundamentos y manera de discernir la vida.

Pero faltaba algo, algo imprescindible. Faltaba el hijo de este matrimonio maquiavélico que diera respuesta al punto medio, al sí, pero no. Teníamos el negro y el blanco, pero no el gris. Así pues, había que inventarlo. Me refiero al Limbo. El mejor invento de todos, sin duda. Ese lugar donde se coloca lo que no sabes dónde poner, lo que no está para tirarse, pero tampoco para ponerse. El Limbo es el trastero espiritual. La celda sin barrotes.

Al principio solamente iban los niños sin bautizar, pero era una pena que a un lugar tan recurrente no pudieran ir otros. Parecía un lugar desaprovechado. Por lo tanto, hubo que ampliar las opciones. Al Limbo empezaron a ir los delitos prescritos, las deudas impagadas, los trabajadores interinos de la Administración, la posibilidad de conducir un coche sin carnet, las policías locales, la figura del auxiliar administrativo, los colegios concertados, la educación de 0 a 3 años, los clubs de cannabis, el tabaco, el alcohol, la prostitución… Y un largo etcétera. Las compañías aéreas son expertas en operar en el Limbo. Como en el Limbo opera la cobertura sanitaria ocular y dental. ¡Con la importancia que tiene para la salud! Pero son muy caras. Muface es el Limbo de los funcionarios, ya que pueden optar por la sanidad privada, con un convenio que a día de hoy apunta a su final. El tiempo dirá si sus beneficiarios al incorporarse a la sanidad pública pasan el Cielo o al Infierno.

En el Limbo se metieron de lleno los ayuntamientos que se han embarcado en la creación de residencias de ancianos, cuando las competencias las tienen las diputaciones, consells o cabildos. Pero no daban abasto, dejando la necesidad sin atender. Aquí en Ibiza tenemos el llamativo caso del Hospital Residencia Asistida de cas Serres, donde el Consell presta asistencia sanitaria sin tener las atribuciones. Luego vienen todos los problemas que vienen, y de todo tipo.

La ley del aborto también tiene su propio Limbo, y lo que no cabe en un supuesto, cabe en el otro. Y nuestra querida Carta Magna, que en cada página, por no decir artículo, tiene un Limbo. Los comités olímpicos y las federaciones deportivas son otro Limbo de dimensiones considerables, que cuanto más dinero mueven, más grandes son y con más recovecos. Las vías que ni son urbanas ni carreteras interurbanas, y que nadie quiere mantener ni arreglar. El permitir construir edificios o urbanizaciones en las que se pueden vender por separado pisos, trasteros o plazas de garaje. El construir en zonas inundables. Otro Limbo urbanístico más.

En el Limbo están cientos de miles de inmigrantes sin papeles, que no pueden acceder a un puesto de trabajo legal, pero sí estar censados, tener tarjeta sanitaria y matricular a sus hijos en los colegios para recibir educación. Como lo están también los chiringuitos-restaurantes de playa, o los hoteles, que luego operan como macrodiscotecas o clubes. O las licencias VTC (vehículos de transporte con conductor), otro Limbo más. O el alquiler vacacional.

Pero no debemos pensar únicamente en los Limbos administrativos sobre el papel o en las leyes. También los hay físicos y terrenales, en los que podemos habitar. En la Península Ibérica, sin ir más lejos, tenemos dos: Andorra, que es el nuestro, y Gibraltar, que es el de los ingleses. Y mejor lo dejo aquí porque me sería imposible detallar en este artículo todos los limbos y paraísos fiscales del mundo.

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