Opinión | Tribuna

Reivindicar la palabra ‘zulo’

Si a una rana sumergida en agua se le sube paulatinamente la temperatura acaba cocida sin enterarse y si a un español se le mete en una vivienda y se le va reduciendo el espacio acaba dentro de un zulo sin notar la diferencia. ‘Zulo’ es una palabra del euskera que significa «agujero» y que ETA desprestigió porque la vinculó al muy cruel delito de secuestro. Hoy ETA no existe -aunque el PP de Madrid parece no haberse enterado- y los zulos sí, especialmente en Madrid, aunque Díaz Ayuso no se da por aludida.

En las películas y los tebeos de los años sesenta era un recurso de suspense frecuente que encerraran a los héroes en habitaciones cuyas paredes y techos se iban reduciendo paulatinamente hasta emparedarlos. Hoy eso le pasa a cualquier comprador o arrendatario. La vivienda y la alimentación sufren de la segunda ola de reduflación en la que sube el precio y baja la cantidad de producto. Compras una casa subida de precio y cuando la habitas es una lata de sardinas.

Queda lejos aquel 2005 en que la ministra de Vivienda del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, María Antonia Trujillo, dejó de hablar de casas, viviendas, pisos, apartamentos e introdujo en castellano el término ‘solución habitacional’ que va para sinónimo de ‘zulo’ aunque solo en sentido de agujero, porque no es delito que haya una parte pugnaz de la población secuestrada por el mercado de la vivienda que pague un rescate desproporcionado por un techo.

Los hostales de cápsulas de Japón, que nos provocaban risa nerviosa, están en Madrid y llegarán en Málaga. Desde que ves a lo que llaman «vivienda» en algunos portales, de internet y de los otros, parecen encantadores. Hay planes para que dejen de ser alojamientos de paso y sean soluciones habitacionales estables. Hablamos de habitáculos cerrados con hueco solo para dormir, zulos bien iluminados y razonablemente decorados. En 20 años más de inacción y libertad parecerán mansiones.

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