Opinión | Desde la marina

Esquivamos problemas endémicos

Dar vida a nuestra vieja ciudad es darle vecinos, solucionar su deshabitación y que la museización no convierta la ciudad en mero escaparate

Con referencia a las alegrías y fastos que celebramos por los cinco lustros que han pasado desde que conseguimos que Ibiza fuese declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad, sería deseable acompañar el justificado orgullo que sentimos con una pizca de humildad, responsabilidad y realismo. Bien está que nos felicitemos, pero sin pasarnos, sin esquivar los problemas endémicos que tenemos, que no son menores y estamos lejos de resolver. ¿Cómo se puede decir, como se dice, que “Ibiza ya se reconoce como un destino cultural a nivel internacional?” ¡Ni por asomo! Tan pronto como mentamos la palabra Ibiza a cualquier persona de cualquier país, incluso el nuestro, nos hablan de movida, desmadre y, en el mejor de los casos, de sol y playa. No me ha sucedido ni una sola vez que el interlocutor de turno mencione nuestra cultura o nuestro patrimonio. ¿Qué saben de él la mayoría de turistas que nos visitan? ¿Qué porcentaje de los turistas que tenemos conocen nuestra historia, el Museo Arqueológico con su formidable necrópolis o la singularidad de nuestra arquitectura rural?

¿Y qué quiere decir nuestro querido alcalde cuando afirma que es importante mantener vivo nuestro patrimonio, dotarlo de actividad y protagonismo? ¿Se piensa únicamente en ferias medievales, conciertos de música en los baluartes y en proyecciones láser a todo color sobre las murallas? Porque todo ello está bien, muy bien, pero dar vida a nuestra vieja ciudad es otra cosa, es darle vecinos, solucionar su deshabitación y conseguir que la museización no convierta la ciudad en mero escaparate. También se nos dice que “se dedican muchos recursos para que los vecinos conozcan y disfruten de su patrimonio”. Ya la conocemos y la disfrutamos. Tanto, que cuando queremos dar un paseo no lo hacemos por la Vía Púnica o la calle Aragón, lo hacemos por la Marina o Dalt Vila, los ámbitos que nos identifican y que valoramos. ¿Hace falta decir por qué no vamos a la Penya? Y lo que lamentamos al pasear la ciudad vieja es verla desangelada y vacía. Podemos sacar pecho, sí, pero reconozcamos lo que no hemos hecho y que, siendo prioritario, está por hacer.

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