Opinión | Para empezar

Llorenç Córdoba y el dinosario de Monterroso

Para los que tengan una vida plena y no hayan tenido que buscar respuesta a sus cuitas en la literatura, haré como los políticos al iniciar sus peroratas en las sesiones plenarias del Consell y les pondré en antecedentes: En 1959, un pedazo de escritor hondureño llamado Augusto Monterroso escribió un famoso microrrelato titulado ‘El dinosaurio’ que paso a reproducir: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».

Nunca he tenido claro si este cuento es una obra de arte, un experimento psicológico a cuenta de los lectores o directamente, una tomadura de pelo. Y ahora, rozando la senectud, lo entiendo todo: ¡El dinosaurio es Llorenç Córdoba!

Desde hace un año, por Formentera han pasado cuatro estaciones y centenares de extranjeros en pateras o a bordo de embarcaciones de lujo, según procedencia y cuenta bancaria. En la isla han nacido niños y fallecido ancianos; se han celebrado fiestas, bodas, partidos de fútbol y protestas ciudadanas. Nos han azotado por igual vendavales y olas de calor extremo.

Con mayor o menor éxito, Formentera ha sobrevivido una vuelta más al sol pero sus habitantes, ofuscados en nuestra propia nimiedad, no nos hemos dado cuenta de una presencia constante y vigilante sobre nuestras cabezas cada vez que nos despertábamos: el presidente del Consell, Llorenç Córdoba.

A los Reyes Magos les voy a pedir la mitad de autoestima que se gasta el presidente, porque levantarse un día cualquiera siendo él, especialmente si es el último jueves del mes y toca pleno, debe ser durillo. Si aquí todo hijo de vecino mira con odio al despertador por las mañanas porque debe ir a cotizar, imagínense si su trabajo consistiese, básicamente, en no dimitir. Yo no podría, la verdad.

Pero Córdoba llega a la sala de actos del Centro de Día y sonríe, saluda a diestro y siniestro y amaga alguna broma que nadie quiere entender. Luego se sienta y durante horas escucha a personas decirle que no vale, que no le quieren, que se vaya. Pero no, se queda.

« Cuando desperté, Córdoba todavía estaba allí».

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