Opinión | Tribuna
PSOE
El Congreso de Sevilla llega en uno de los peores momentos para el partido y el Gobierno, acechado por la corrupción y los problemas orgánicos
La coincidencia del inicio del Congreso del PSOE en Sevilla con el primer mes de la tragedia de la DANA en Valencia ha limitado al máximo los actos lúdicos previstos desde Ferraz y evitado un sofoco, porque hay muy poco que celebrar. El cónclave de la unidad, el conejo que se sacó Sánchez de la chistera en agosto para escenificar el cierre de filas orgánico tras el shock que en muchas federaciones supuso el acuerdo entre el PSC y ERC para investir a Salvador Illa a cambio de una financiación singular para Cataluña, llega en el peor momento para el partido.
La ausencia de Felipe González, que sí estuvo en 2021 en Valencia, es una anécdota alrededor de todo lo que ha sucedido en el PSOE en los últimos tres meses. A la espera de lo que pueda declarar en el Tribunal Supremo Juan Lobato, y si confirma o no que la filtración de los datos fiscales del novio de la presidenta Ayuso salió de Moncloa, el goteo de informaciones sobre casos de presunta corrupción que salpica al Ejecutivo y al entorno del presidente arrebata al PSOE una de sus banderas en estos seis años de gobierno.
El liderazgo de Sánchez no está en duda, pero el paseo militar que se preveía en las federaciones socialistas tras el Congreso de Sevilla puede encontrarse con piedras en el camino. A los territorios habitualmente hostiles al secretario general del partido, Castilla-La Mancha y Aragón, se han sumado Castilla y León y Extremadura. Y en otros como Comunidad Valenciana, Andalucía y Cantabria, las dudas acechan, aunque el principal pegamento en una organización política, el poder, lo ostenta Sánchez después de que el PSOE perdiera casi todas las administraciones autonómicas y locales en el tsunami electoral del año pasado.
Paradójicamente, el bálsamo de Fierabrás lo está encontrando Sánchez en el Congreso, pese a su debilidad parlamentaria y el enfrentamiento entre algunos de sus socios. La última batalla ganada por el Gobierno en la cámara baja, el paquete fiscal que exigía Bruselas para seguir recibiendo el maná de los fondos europeos, augura la posibilidad cierta de que salgan adelante los Presupuestos, lo que casi aseguraría a Sánchez su ansiada “legislatura larga”… a la espera de que la evolución de las causas en los juzgados no oscurezca el horizonte.
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