Ni buen gobierno, ni hombres públicos honestos

«Que si es mucha verdad que nuestra pobre España no tuvo nunca ni justicia, ni buen gobierno, ni hombres públicos honestos, ni apenas reyes dignos de llevar corona, nunca le faltaron, vive Dios, buenos vasallos dispuestos a olvidar el abandono, la miseria y la injusticia, para apretar los dientes, desenvainar un acero y pelear, qué remedio, por la honra de su nación». Cada mañana, tras leer la prensa, recuerdo este párrafo escrito por Arturo Pérez Reverte en ‘El sol de Breda’, pues resume la miseria nuestra de cada día. Ahí tenemos, por una parte, a los ineptos que no supieron tomar las decisiones adecuadas durante la DANA de Valencia; por otra, a quienes al día siguiente (jóvenes en su mayoría) fueron al rescate de los enfangados. Qué lección.

Ahí está el folletín cotidiano del Consell de Formentera con su esperpéntico presidente a la cabeza pero con la no menos ridícula oposición, mientras los formenterenses se amotinan y salen a la calle para demostrar a sus representantes que son los únicos que conservan aún un ápice de dignidad. O ahí está el circo del Parlament, donde Vox, con sus disparates y su negacionismo de todo (del catalán, del cambio climático…), intenta cargarse la institución, y el PP, en Babia (debe ser que cobran poco sus diputados), les deja hacer, mientras los baleares seguimos, con la pica en ristre, haciendo frente, solos, completamente solos, a problemas enquistados en estas islas desde hace décadas. En Flandes, los tercios defendieron su bandera por honra, aunque los trataran como a perros y no les llegaran o escatimaran sus pagas. Y aunque, como dijo Alatriste a Íñigo Balboa, hubiera que defender al monarca pese a ser un memo jodeputa: «Tu rey es tu rey»·. Qué remedio.

Estamos acostumbrados en este país y en esta Comunitat al «abandono, la miseria y la injusticia», pero la soldadesca (usted) sigue apretando los dientes y salvando a diario a empresas que pagan sueldos miserables y a unas islas cuyos representantes políticos siguen enajenados y dan a diario un espectáculo bochornoso.

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