Opinión | Para empezar

Cuando la sociedad se mueve

Los políticos tienen el mismo acceso a la realidad que los ciudadanos. Están en la calle, tienen asesores y amigos y familiares y están informados. Pero la percepción que demuestran de esa actualidad es diferente. Están sujetos a normativas y leyes; una democracia se basa en la libertad y ese derecho se defiende con garantías legales. El 1% de la población debe poder contradecir al 99% con total libertad. Pero los políticos, cuando acceden a sus cargos, se topan con otra realidad que suele ser ajena al común de los ciudadanos. El poder tiene resortes y se ejerce con fuertes medidas de control tendentes a evitar despropósitos y despotismos varios. Y está la obligación de velar por el cumplimiento de la legalidad.

Pero cuando algo es realmente evidente, cuando un peligro real acecha y la sociedad no percibe movimientos en la clase política para intentar sortearlo, la gente se mueve, se une, se organiza para defender lo que considera justo. Y no suele equivocarse. Sólo cabe entonces apostar cuánto tardará el político en reaccionar antes de que la acción del pueblo le devore.

Se demostró en ses Salines, en el camping de Formentera, con el tendido de alta tensión sa Serra Grossa, que encima es Área Natural de Especial Interés (ANEI)... Y precisamente esta zona, es Fornàs, se enfrenta de nuevo a otro reto: evitar que se explote la cantera de s’Espartar, que tiene unas dimensiones de unas diez hectáreas. Llevan recogidas casi 1.500 firmas en una semana. En teoría es algo impensable porque este entorno está protegido, sobre todo por la figura del LIC (Lugar de Interés Comunitario), pero cosas veredes, amigo Sancho, sobre todo en política. No sería el primer agujero abominable que asomara de una montaña de la isla por culpa de una cantera.

También se están movilizando desde la Unión por la Defensa del Agua para evitar una catástrofe para la isla cuando el último pozo regale su última gota. Ya han recogido 6.000 firmas y piden al Consell que tome medidas; que se controlen las perforadas y que se obligue a consumir agua desalada.

La sociedad se está moviendo en sólo dos de los muchos frentes que amenazan la naturaleza ibicenca. Un entorno frágil que ya ha sido golpeado en demasiadas ocasiones.

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