Lobos con piel de aliados

Líbreme dios (el universo, un ente superior, el horóscopo, la suerte, la magia de es Vedrà...) de los aliados, que de los machirulos ya me libro yo. Hace años, muchos, que este es uno de mis mantras, algo que mis conocidos más beligerantes en pro de la igualdad me afeaban. Como si no estuvieran el mundo y la historia plagada de lobos con piel de cordero al acecho de las mujeres.

Algunos pensarán que mujer refranera, mujer puñetera (ni del refranero nos podemos fiar, que cuando cambia de sexo afirma que hombre refranero, medido y certero), pero en esto del feminismo y de la violencia machista soy más del dime de qué presumes y te diré de qué careces que de lo de que dos que duermen (o cosas más divertidas) en el mismo colchón se vuelven de la misma condición.

Cuando hablamos de machismo el partido no hace al monje. Una opción política no es garantía de nada y en casa del progresismo, cuchara de palo, aunque a muchos y muchas les cueste creérselo. Ahora, algunos, algunas y algunes, con Errejón, si te he visto no me acuerdo, aunque las hemerotecas muestren que no hace mucho, con él, pan y cebolla. No hay más ciego que quienes no querían ver y a denuncias que les parecieron necias, oídos sordos. O no tanto, porque, optaron por esconder la basura bajo la alfombra.

El aliado era, en realidad, un gran fake que practicaba la religión del ego lleno, corazón contento. Nos daba (y nos daban) gato por liebre y ahora sus antiguos compañeros, esos que no sabían pero sí sabían aunque poquito, nos quieren hacer comulgar con ruedas de molino cuando, de toda la vida, secreto en la habitación falta de educación (y de transparencia y de coherencia). Del árbol caído todos hacen leña, incluso aquellos a los que más les valdría cerrar la boca para que no les entren sus propias moscas, porque en todos lados cuecen estas habas. Y en algunos escaños, habones. Aunque el patriarcado se vista de político feminista, patriarcado se queda.

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