Opinión | Para empezar

¡Feliz Navidad y próspero Halloween!

Últimamente tengo la sensación de que vivimos en una carrera contra el calendario y de que las fiestas, cada vez, se adelantan un poquito más. Como si no pudieran esperar a su propio momento.

A final de septiembre empiezan a saludarnos calabazas, esqueletos y murciélagos, recordándonos que Halloween está «a la vuelta de la esquina»… de la esquina del mes siguiente. Las tiendas se llenan de disfraces y dulces terroríficos cuando aún nos estamos recuperando del final del verano.

Y justo cuando acabamos de recoger los restos de Halloween, ¡sorpresa! Octubre nos recibe con turrones y polvorones en el supermercado, y en noviembre empezaremos a ver luces navideñas y anuncios de juguetes que ya nos dicen qué deben pedir los niños en sus cartas a los Reyes Magos.

Total, si en Australia celebran la Navidad en verano, ¿por qué nosotros no podemos disfrutar de ese espíritu en otoño?

Llegamos a diciembre ya saturados de escuchar villancicos en el supermercado, de pasar con nuestros hijos por la casita de Papá Noel una y otra vez y de esquivar ofertas de cenas navideñas en cada esquina.

Creo que el verdadero sentido de las fiestas, ese de reunirnos y esperar con ansias la fecha especial se ha ido al carajo. Cuando llega el momento, ya hemos visto tantas luces y comprado tantos adornos que el entusiasmo se apaga.

La verdadera tradición ahora es vivir a destiempo, como si el «aquí y ahora» se hubiera vuelto un «allá y después».

Nos bombardean para que preparemos (consumamos) todo lo necesario para esa fiesta que viene, no sea que nos pille el toro , y vamos con el toro todo el año pegado al culo.

Quizás algún día lleguemos a festejar el Año Nuevo en pleno verano, con uvas en la playa y cotillones bajo el sol. Todo sea por adelantarnos y seguir celebrando, aunque no sepamos bien qué o cuándo. Porque, por cierto, ¿mañana celebráis Tots Sants? Por si acaso… ¡Feliz Navidad! n

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