Opinión | Tribuna
Ya no aguanto más
La propiedad inmobiliaria era seguridad, pero la incapacidad de ahorrar la pervirtió y convirtió en usura
Tan pronto se despierta, mira el móvil y revisa los pisos de alquiler recién incorporados en un portal inmobiliario. Durante el día, aún lo comprobará varias veces más. Ahí, en ese gesto reiterado, están la treintañera forzada a compartir piso, el joven que quiere independizarse, la familia con dos hijos cuyo contrato está a punto de finiquitar, la autónoma que no pasa el filtro de las tres nóminas, el padre divorciado que necesita un piso con dos habitaciones… Son tus hijos, tus amigos, tus compañeros de trabajo o tú mismo. Son legión. Y se les come la angustia.
Zulos irrespirables ofertados como viviendas. Trasteros en azoteas que se venden como áticos. El obsceno alquiler de temporada. Condiciones abusivas… Cada anuncio, una afrenta. La vivienda es un lastre, pero también un eslabón de una cadena. Porque los salarios no siguen el ritmo del coste de la vida. Porque la propiedad era seguridad, pero la incapacidad de ahorrar la pervirtió y convirtió en usura. Porque la red de transporte no llega. ¿Cómo quedarán las tarifas el año que viene? Los números macro quizá lo explican todo, pero no dan aire a los ahogados.
Se viene un 15M. O un ‘ya no aguanto más’. Quienes creen que a la ciudadanía se la puede empobrecer, estafar e, incluso, enfermar, deberían recordar que siempre hay un límite. Cuando el sentimiento de humillación y rabia puede más que la esperanza, llega la patada al sistema. Y esta nunca es limpia ni mesurada.
El Govern de Salvador Illa ha anunciado medidas importantes para abordar el problema de la vivienda, pero la noticia es un eco lejano para los que ya no aguantan más. Mientras, buena parte de la clase política anda jugando con el lodo y los cromos. ¿Se dan cuenta del abismo que están abriendo con buena parte de la ciudadanía? Hoy, el descontento sabe que se llenaron plazas, pero que después se vaciaron y se ocuparon escaños. Ni las ideas ni los protagonistas de entonces servirán. El 15M cambió el tablero político. Lo que llegue ahora también puede hacerlo. Y está por ver a quién sirve.
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