Opinión | Tribuna

¿Qué ha ganado Hamás?

El mundo quedó horrorizado cuando, hace un año, Hamás entró en Israel, asesinó a 1.200 -la matanza más alta de judios en un día desde el Holocausto- y capturó a 250 rehenes. ¿Qué quería Hamás? Tres cosas: mostrar su fuerza, humillar a Israel y que la excesiva reacción de Netanyahu rompiera los acuerdos de Abraham, para normalizar la relación de Israel y varios países árabes.

Israel tenía derecho a reaccionar, pero no a romper todas las normas internacionales. ¿Qué ha pasado, un año después? Que Israel ha aprovechado para, buscando a los jefes de Hamás, matar a 40.000 palestinos y obligar a huir a una población hambrienta y desesperada. Israel es acusado de genocidio y su reputación está por los suelos. Pero, ¿qué ha ganado Hamas? Nada, la población de Gaza está mucho peor y sin ninguna esperanza y ellos son solo una banda de asesinos que no dudan en arriesgar la aniquilación de su pueblo.

Por su parte Hizbulá, una milicia proiraní que opera desde el Líbano -lo ha convertido en un Estado fallido- realizó bombardeos que han obligado a huir a 60.000 israelís que vivían cerca de la frontera. E Israel, intuyendo cierta pasividad de Irán -protector de Hamás y Hizbulá- ha liquidado a gran parte de sus dirigentes y matado a su líder máximo, Hasán Nasralá, con brutales bombardeos sobre Beirut (que siguen) y empezado a ocupar el sur del país. ¿Qué ha ganado Hizbulá?

Por el contrario, Netanyahu ha aprovechado para infligirles daños casi irreparables y para recuperar su prestigio en Israel, muy dañado por el 7 de octubre y por su incapacidad (o falta de voluntad) de negociar el canje de rehenes. Domina la política israelí desde hace muchos años y hoy su partido, el Likud, ganaría las elecciones. Y la respuesta de Irán, con sus misiles contra Israel, no ha sido muy efectiva.

Ahora, el mundo tiembla por si la represalia israelí, cuando Estados Unidos está semiparalizado por las elecciones, acaba en un peligroso conflicto con Irán para liquidar a un régimen integrista con serios problemas.

Israel está ganando porque Hamás y Hizbulá están descabezados, Irán asustado, y muchos países árabes, hartos del terrorismo, se limitan a condenas verbales. No quieren romper puentes con Israel.

No se garantiza la seguridad con puntuales victorias militares. Pero Netanyahu cree que los judíos son siempre perseguidos, que 6 millones murieron a manos de un estado europeo el pasado siglo, y que solo la fuerza bruta cuenta. O ganar, o morir. Y dirá que así actuaron los aliados con Alemania y Japón (bomba atómica incluida).

No es el camino. Pero, ¿paz negociada? Según encuestas de Gallup, hoy más de las dos terceras partes de israelís y palestinos no creen que la paz sea algún día posible. Y la solución de los dos estados -que tanto gusta en Europa- es rechazada por los palestinos (64%) y los israelís. Peor: el 35% de palestinos, máximo desde el 2006, cree que la violencia es la única solución. Pero con violencia están (y estamos) mucho peor que hace un año.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents