Opinión | Tribuna
Prohens, ¿acierta o se equivoca?
Prohens ha demostrado ser una dirigente hábil, de rapidez mercurial. Lo ha puesto de manifiesto repetidas veces al desactivar algunas de las minas de la oposición
En la política, hoy, todo es marketing y, por tanto, relato, propaganda. Maquiavelo sugería en El príncipe que el monarca tiene que crear una atmósfera entre sus súbditos donde se confundan los deseos del pueblo con la voluntad del rey. En la actualidad, nos referiríamos al populismo, pero no sólo al populismo: es la estrategia principal de cualquier partido que aspire a perpetuarse en el poder. El relato, así, se convierte en el criterio principal de movilización electoral; el cortoplacismo como urgencia inmediata de unas campañas que se prolongan no varios meses, sino a lo largo de toda la legislatura.
En este primer año de legislatura, la presidenta Prohens ha demostrado ser una dirigente hábil, de rapidez mercurial. Lo ha puesto de manifiesto repetidas veces al desactivar algunas de las minas que la oposición le ha ido colocando a lo largo de su camino. En las islas se percibe un malestar transversal que se deja sentir en una serie de ámbitos: del precio de la vivienda al exceso turístico, por mencionar sólo dos de ellos. Ninguno de estos problemas admite soluciones mágicas ni resulta fácilmente manejable, al menos sin consecuencias indeseadas. Ninguno de los dos consiente respuestas ideológicas o unidireccionales que no se apoyen en datos o en la experiencia acumulada. Tampoco sirve el tradicional wait and see. Los relatos, en definitiva, también requieren hechos. En este sentido, la presidenta Prohens ha dado prueba de su agilidad.
Sus últimos movimientos apuntan en una doble dirección: por un lado, la propuesta de una nueva línea de tren que conecte Palma con el aeropuerto y Llucmajor y, por otro, la subida del impuesto turístico durante la temporada alta. Ambas políticas son cuestionables, pero sitúan a la oposición —que ha hecho bandera de ambas— en el extrarradio. Personalmente me parece discutible que el nuevo tren sea la mejor opción de transporte público para Mallorca, porque el coste de la infraestructura —se habla de más de seiscientos millones de euros— difícilmente puede justificarse cuando la expansión del servicio de bus no sólo resulta más económica sino también más flexible. Si queremos invertir en grandes infraestructuras, resulta más urgente la edificación de un número respetable de viviendas públicas de alquiler, de residencias de la tercera edad, de guarderías y centros de días. Y por urgencia entiendo aquí el impacto sobre el bienestar de muchísimas familias y su capacidad de generar ahorro y planificar el futuro. La subida de la ecotasa, que tanto ha irritado a los hoteleros, forma parte de un debate distinto —no sólo insular, desde luego, sino europeo—, cuya efectividad en todo caso exige un incremento significativo, si se quiere incidir en el número de turistas que visitan las islas en temporada alta será escaso. De nuevo, priman los relatos.
Y no me parece mal que así sea, siempre que no sacrifiquemos el porvenir por el corto plazo. Prohens ha demostrado una gran habilidad política hasta el día de hoy, como hábil era también su predecesora, Francina Armengol. Ahora importa además que acierte en sus decisiones. Mi escepticismo no es ideológico, sino anclado en los datos. La solidez de las clases medias necesita, además de trabajo, vivienda accesible. A una o dos décadas vista, ninguna política me parece urgente.
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