Opinión | Para empezar
Decrecer y dejar de ingresar para poder respirar
Tengo dos cosas claras. La primera, que tenemos que levantar el pie del acelerador turístico. No valen excusas ni medias tintas ni pucheros ni tonterías. No tenemos capacidad, y menos la naturaleza, de soportar tanta presión durante tantos meses. Hay demasiada gente que vive de la teta de estas islas.
La segunda certeza da un poquito de miedo. La lógica indica que a menos actividad en un sector determinado, menos empleo. Y en una isla que lleva décadas perfeccionando el monocultivo del suyo, del turismo, sin apenas preocuparse del futuro más inmediato, pues ya me dirán. Los más optimistas parecen querer fiarlo todo a una carambola muy similar a la que se aferran los negacionistas del cambio climático: no existe, pero si llega a producirse, el ser humano será capaz de buscarse la vida para evitar el caos. ¿Y si no lo somos? Nuestra capacidad de destrucción es tremenda, asombrosa, tan evidente como acongojante. Pero no sé si estaremos a la altura de idear una segunda industria que genere tanto como para paliar el precio de decrecer turísticamente. Al menos no en un tiempo lo suficientemente corto como para reducir al mínimo el coste social de dejar de recibir a cuantos turistas sean necesarios para respirar. ¿Un 30 o un 40 o un 50%? Ni idea, sinceramente.
Nos hemos pasado las últimas décadas contando el dinero y esperando al siguiente invierno para aumentar la cantidad. Sin pensar que algún día el turismo (recuerdo cuando hace no demasiado alguien presumía de que era una industria que no consumía recursos y no generaba contaminación; como después dijeron de los cruceros) amenazaría con devorarnos, con matarnos de éxito. La tecnología puede ser una solución, el teletrabajo tal vez. Pero no tenemos ni la más remota idea sobre cómo evolucionará en los próximos años. Entonces, ¿qué alternativa tenemos? ¿Seguimos igual y esperamos contando el dinero a ver hasta dónde aguantamos a este ritmo? ¿Decrecemos y nos sentamos a esperar, temblando, la factura? Al menos hay consenso político. Pero socialmente me cuesta creer que muchos estén dispuestos de dejar de ganar para que el resto podamos respirar.
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