Opinión | Desde La Marina

Del agobio al cabreo

Hubo un tiempo en que en la isla esperábamos con ilusión que llegara el verano. Hoy, para disfrutar y descansar, esperamos que llegue el invierno

Quienes en Ibiza tienen una casa fuera de la ciudad, ‘fora Vila’, se refugian en ella mientras dura el verano y no se mueven hasta que los bárbaros del norte –así los llama Racionero- ahuecan el ala. Lo tienen peor los urbanitas que por su trabajo no pueden huir y tienen que soportar la batahola que soporta la ciudad en julio y agosto. Hubo un tiempo en que todos en la isla esperábamos con ilusión que llegara el verano. Hoy, para disfrutar y descansar, esperamos que llegue el invierno. El verano nos agobia y nos cabrea. Por la masificación, por los ruidos, porque no podemos aparcar el coche, porque hay playas sobresaturadas a las que no podemos ir, porque nos han convertido la Marina en un circo, por las quince mil personas que en un mismo día sueltan los cruceros, porque en el hospital de Can Misses no dan abasto, porque crecen los asentamientos irregulares de chamizos y caravanas, porque los bosques son vertederos y aumenta el peligro de incendios, porque las sierpes engordan con nuestras lagartijas y no nos dejan dar una cabezada debajo de un pino, porque suben los precios, pero no los salarios, porque como en otros tiempos nos llegan piratas que, a río revuelto, hacen su agosto.

Ibiza ha roto sus costuras y ‘todo va manga por hombro’. La expresión viene de cuando un sastre la cagaba al hacer un traje. También nosotros le hemos hecho un mal traje a la isla que, a cada año que pasa, desfigura su imagen más y más. Habrá que ver hasta qué punto resiste la isla y soportan el despropósito los sufridos y cada vez más indignados ciudadanos que enfrentan, un año más, el malvivir de cada verano. Tenemos un verdadero dilema. El turista que nos da de comer empezamos a verlo como problema, como incordio. Y ya no nos sirve que nos hablen de daños colaterales. En las paredes vemos grafitis turismofóbicos y el personal se manifiesta contra la masificación y las condiciones de vida que de año en año empeoran. La causa está clara, la mala gestión de un turismo que necesitamos como el agua de mayo, pero no como lo tenemos. Masivo y descontrolado, no hay dios que lo aguante. n

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