Diario de Ibiza

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Mercedes Barona

Pagamos justos y pecadores

El otro día tuve la osadía de opinar en redes que todos deberíamos tener muy claro lo que pagamos en impuestos, qué parte de nuestro salario se nos retiene y qué otra parte está sujeto a gravámenes. No imaginan ustedes la de perfiles (en su mayoría anónimos, claro) que se dedicaron a insultarme literalmente y deseándome que ojalá necesite pronto un médico o cualquier servicio público y no pueda pagarlo. Pocas reflexiones, poco debate y mucho cabestro embistiendo; ya lo dijo Machado: en España somos de poco pensar y mucho de arremeter.

¿No les parece justo saber cuánto de lo que generan se queda el Estado? Porque no se equivoquen, aparte de las retenciones en las nóminas, pagamos impuestos desde que abrimos los ojos: luz, carburante, agua, alimentos, productos de higiene, tabaco, la compra del coche, de un piso, la obtención de una herencia… y así en todos nuestros actos diarios.

Por supuesto que creo necesario saber en qué se emplea todo lo que se nos retiene o cobra. Por supuesto que es justo exigir la mejor calidad en los servicios que mantenemos, sea educación, sanidad, infraestructuras… del mismo modo que esperamos el mejor servicio y producto cuando vamos a un restaurante y pagamos de nuestro bolsillo. Porque eso es lo que hacemos: pagamos para que haya buenas carreteras, buenos hospitales, buenos colegios, sí, pero es que con nuestro dinero también se pagan los bancos pintados de morado, las luces de Navidad, los coches de los políticos, el aire acondicionado de las bibliotecas, las embajadas autonómicas en el extranjero, los carriles bici, las subvenciones más extrañas en los países más lejanos, el rescate de los turistas que viajan a países peligrosos a pesar de los avisos, las ayudas a los medios de comunicación, las sedes de los sindicatos…

¿Cómo es posible no esperar rigor en el control de todos esos gastos a costa del patrimonio de los ciudadanos?

Claro que hay que pagar impuestos, pero sin creer a pies juntillas el mantra facilón de que todo va a sanidad y educación. Ni mucho menos: por ejemplo (uno de tantos), en sueldos y dietas de políticos gastamos una fortuna, y no porque todos cobren demasiado, sino porque son muchísimos entre profesionales, observatorios, asesores, cargos de confianza…

¿Por qué cuando se habla de bajar impuestos se menciona sólo la posibilidad de recortar en salud y educación? Anda que no hay partidas que podrían eliminarse sin merma de la calidad de los servicios públicos. Por supuesto que quiero pagar menos impuestos, porque sería la consecuencia lógica de una gestión más eficiente. Y si usted prefiere pagar mucho y sin importarle en qué se gasta (porque para eso mandan los de su cuerda), a lo mejor lo de embestir es lo mejor que se puede esperar por su parte.

Feliz (y no muy costoso) lunes.

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