Desde la marina

De Rafa a Rafa

Y tiro porque me toca. Nos ha ‘tocado’ votar y hemos votado. Y lo de ‘tirar’, es de esperar que no hayamos ‘tirado’ la papeleta. Que votar haya servido para algo. Que no sea más de lo mismo. Poco importan izquierdas o derechas, importa que quien gobierne no desgobierne. Y que se cuente con el ciudadano de a pie más allá de las urnas. Porque antes de las elecciones buscan al votante desesperadamente, nos prometen lo que no pueden prometer y, pasados los comicios, ‘si te he visto no me acuerdo’. El querido votante pasa a ser sólo contribuyente y no se cuenta para nada con él. Hasta que volvamos a votar, somos un cero a la izquierda. Los nuevos mandarines, con el pretexto de que tienen nuestro voto y nos representan, creen que pueden hacer lo que les da la gana. La ciudad es su feudo, su finca. Y nos enteramos de lo que se hace por la prensa o a toro pasado. Y no es eso.

Los proyectos y las iniciativas que son determinantes para la ciudad exigen consulta y consenso mayoritario. No basta con ganar las elecciones y tener la sartén por el mango. La ciudad es de la ciudadanía que tiene derecho a opinar.

Dos ejemplos.

Rafa Segundo nos dice que se acometerá, por fin, la conversión del primer cinturón en ronda urbana, pero se saca de la manga una perla, «sin las 1.500 plazas de aparcamientos subterráneos». ¿Se ha preguntado qué piensa de ello la ciudadanía? Y perla numero dos: «Nosotros trasladaremos el Mercat Nou al Parque de la Paz». ¿Por qué dice ‘nosotros’? ¿Qué piensan los ciudadanos de esta nueva ocurrencia? ¿Vestimos a un santo y desvestimos otro? ¿Vaciamos las arcas con un construyo aquí y deconstruyo allí? No sé. ¿Nos vamos a tomar en serio, de una puñetera vez, revitalizar Dalt Vila y la Marina para que puedan ganar vecinos? ¿Le metemos mano de verdad a la Penya? ¿Acabamos con el impás de ses Feixes? El tiempo dirá si hemos tirado o no la papeleta.

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