En corto
Ebrios de ardor guerrero
Cualquier actuar, cualquier esfuerzo o empeño, automotiva al que lo ha emprendido: una vez preparados cuerpo y mente para ello, se dan buenas razones para proseguirlo. Sin necesidad de acudir a la química del cerebro o las endorfinas bastaría hacerlo a una sencilla pero suprema ley del universo: la inercia. Cuanto mayor haya sido el esfuerzo y sacrificio aplicados para mover la rueda, mayor será el poder de la inercia. Una vez desatado un conflicto, afrontado el esfuerzo de asumirlo y puestos los medios, los contendientes generan el combustible del «ardor guerrero», que, igual que el fuego, se realimenta y no se deja apagar fácilmente. Ese ardor, que invade hoy a ambas partes en la Guerra de Ucrania, se da siempre argumentos de justicia (ciertos, en el lado de Kiev) y de victoria (falsos ya, en los dos lados), aplicando al que intenta apagarlo acusaciones de traición o derrotismo.
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