Para empezar

Bancos ricos, ciudadanos pobres

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

Los bancos, esas entidades de las que somos esclavos, se forran. Lo leo en varias noticias. En varios diarios. Millones y millones y más millones de euros. ¡Sólo en el primer trimestre! Y aún sacan pecho. Tienen el cuajo de presumir de esos millones de euros cimentados sobre los cadáveres de sus clientes. Hacen ostentación de ese dineral que se alimenta, paradójicamente, de quienes no pueden comprar en el supermercado más que arroz y garbanzos porque les han subido un par (payés) de cientos de euros ¡al mes! sus hipotecas. Se muestran orgullosos de unos beneficios sumados mientras desangran a sus clientes, mero ganado al que explotan y al que no se dignan, siquiera, a atender. Fanfarrones, exhiben esos millones ganados en tres meses mientras reciben con un «hágaselo usted mismo» a personas mayores, muy mayores, que no saben leer o que no recuerdan, de un mes a otro, cómo funcionan los cajeros. Alardean de sus millones y se ríen de nosotros con sus eslóganes de Mr. Wonderful al tiempo que nos condenan a la indigencia. «Pues que coman cruasanes», pensarán vestidos con trajes que valen varias nóminas de los simples mortales, en sus despachos de caoba forrados de obras de arte. Y aún se preguntarán que de dónde salió la guillotina.

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