desde la marina

Jamerdana en la fachada

Miguel Ángel González

Miguel Ángel González

Ja hi tornam a ser! La semana pasada volvíamos a ver en estas páginas el pie del acantilado de levante y de la Penya convertido en un basurero. Nada nuevo. Allí teníamos colchones, electrodomésticos desahuciados, material orgánico a mogollón y toda la inmundicia imaginable. Algunos vecinos del barrio –es injusto que paguen justos por pecadores- se pasan por el arco de triunfo las más elementales medidas de convivencia, higiene y civismo. Y no es un problema menor porque se repite desde no sé cuándo. No es un caso único. Tenemos otros muchos lugares de la isla en bosques y litorales convertidos en basureros. Los tenemos, incluso, en zonas teóricamente protegidas, pero el caso del Baix de sa Penya manda huevos, porque tenemos la mierda en la misma fachada de la ciudad, como quien dice en la puerta. ¡Una vergonzante bienvenida a quien llega por mar! La verdad es que empieza a cabrear la falta de reacción efectiva en quien debe atajarla. Resignarnos a recoger tales evacuaciones no es de recibo porque no soluciona nada.

Con el agravante de que, dada la situación de los vertidos, tenemos que sacarlos costosamente desde el mar. Con barcas. Con la dificultad que supone y el costo de miles de euros que llevamos gastados en la operación. No digo que la solución sea fácil, pero así no podemos seguir. Tal vez no serviría de nada colocar cámaras blindadas, inaccesibles al loco de turno, que permitan identificar a los mastuerzos de turno, pero, entretanto, como poco, sí podríamos encontrar una forma de minimizar el problema. Hagamos memoria. Cuando se construyó en los bajos del espigón de la Torre del Mar un vial para que pasara la maquinaria que se utilizó para consolidar el acantilado, ya comenté en estas mismas páginas que no se eliminara, que se mantuviera en condiciones para que pudiera pasar un vehículo que, como en otros puntos de la ciudad, pudiera recoger sin problemas las basuras vertidas. Un vial que si existe todavía riesgo de que se produzcan desprendimientos del cantil, podría quedar cerrado al paseante con una verja. No sé. ¡Algo habrá que hacer!

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