Editorial

La Escuela de Hostelería, un salto de calidad para el sector

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La Escuela de Hostelería de Ibiza abrirá al fin el próximo curso, después de muchos años de reivindicaciones por parte del sector empresarial y político pitiuso. El proyecto ha ido incumpliendo hasta ahora todos los plazos: el expresidente del Consell de Ibiza Xico Tarrés anunció que el centro abriría en 2010; en 2019, el entonces presidente, Vicent Torres, junto a la consellera balear de Presidencia, Pilar Costa, aseguraron que abriría en 2021. Pero tampoco, pues se ha retrasado a septiembre de este año.

En cualquier caso, la entrada en funcionamiento de este centro educativo supone un avance muy importante para el sector turístico, puesto que permitirá a los profesionales formarse en la propia isla. Es incomprensible que en Ibiza, uno de los destinos turísticos punteros del mundo, no haya tenido hasta ahora una escuela profesional de hostelería en la que puedan aprender y especializarse los futuros trabajadores de la industria turística pitiusa, y que mantenga una estrecha relación con el sector. Esta vinculación entre el centro y los empresarios de Ibiza y Formentera será la clave del éxito, pues ha de dar respuesta a las necesidades del sector cuyos futuros profesionales va a formar.

Las instalaciones de la escuela permitirán acoger hasta medio millar de alumnos y además de grados de Formación Profesional y cursos del SOIB y certificados de profesionalidad, impartirá títulos propios, según las necesidades de la industria turística de las islas. La falta de personal cualificado y la inestabilidad de las plantillas son dos de los problemas más importante del sector, que se ha ido agravando temporada tras temporada hasta alcanzar extremos insostenibles, debido a la dificultad de atraer profesionales a la isla porque no hay vivienda a precios asequibles. Hay tanta demanda de mano de obra que disponer de alojamiento en la isla prácticamente garantiza ya un empleo, aunque la persona no tenga ninguna cualificación ni experiencia. Esta circunstancia merma considerablemente la calidad de los servicios de las empresas, y es un lastre serio para su competitividad en un sector que busca la excelencia.

La Escuela de Hostelería se encuentra en sa Coma, que paulatinamente se va convirtiendo en un gran centro de equipamientos insulares y donde también se proyecta abrir una residencia de estudiantes que permitirá a jóvenes de otros lugares formarse en Ibiza. Los dos centros vienen a cubrir una necesidad acuciante en una isla que arrastra una carencia histórica en infraestructuras educativas, y representarán un salto de calidad en la formación para el sector turístico.

También hay que aplaudir que el Govern prevea becas de 2.500 euros para estudiantes de Formentera y de otras islas que quieran matricularse en Ibiza, pues es una forma de dar facilidades y atraer estudiantes y talento.

La escuela depende del Govern balear, que ha pagado (con dinero procedente del impuesto turístico) la mitad de los ocho millones que ha costado; la otra mitad la ha costeado el Consell de Ibiza con fondos propios, aunque la institución insular considera que el coste íntegro lo debería haber asumido el Govern, puesto que el Consell no tiene competencias ni en educación ni en trabajo.

Al margen de los desencuentros institucionales que quedan pendientes de dirimir (pues la reivindicación del Consell es legítima y muy razonable), lo importante es que la Escuela de Hostelería de Ibiza es al fin una realidad. Lo que cabe esperar ahora es que su plan de estudios y su funcionamiento se adapten a las necesidades de la isla. El diálogo y la colaboración estrecha con la sociedad, y especialmente con los empresarios, debe ser la estrategia fundamental para alcanzar el objetivo irrenunciable de convertirla en una escuela puntera de verdad, tal y como el Govern y el Consell la han presentado, una referencia en la formación de los profesionales para que la calidad del servicio llegue a ser también una de las señas de identidad de la oferta turística de las Pitiusas.

DIARIO DE IBIZA