Para empezar

Un carné para listillos

César Navarro

César Navarro

Los carnés, las tarjetas, estuvieron muy de moda, ¿recuerdan? El pase VIP, el del descuento en el súper, el de la biblioteca... Un artilugio simple pero con una influencia tremenda. Por eso las administraciones deberían implementar tarjetas para los propietarios de pisos que los alquilan sólo en verano a precio de mansión y para los de los súper que triplican el precio porque sí, porque yo lo valgo, qué carajo. Así, si uno de ellos se rompe un dedo contando los billetes que le han proporcionado sus pisitos estivales o la venta de yogures a tropecientos mil euros, al acudir a la sanidad pública y enseñar la tarjeta el personal sanitario le podría cobrar alegando que no hay profesionales porque no tienen dónde dormir. O si van al juzgado, que nanay, que la cosa está chunga porque no hay secretarios judiciales o fiscales. Y si tienen que denunciar que le han robado el riñón forrado de oro, que contraten a investigadores privados porque, ¡albricias!, no hay policías. Ni profesores, sobre todo en Formentera, la isla de los cuatro euros el botellín de agua. No sé quién dijo, ni me importa, que no te juzgarán por tu pasado sino por tus actos. Pero el problema es compartido, no sólo de las administraciones. Implica a todos pero principalmente a quienes se lucran con la desesperación ajena. Si Hacienda tuviera acceso a más información... Pues eso.

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