Diario de Ibiza

Diario de Ibiza

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

vero-c-a.jpg

Para empezar

Verónica Carmona

Portadista y redactora

Vulnerables

«Mamá, no llores». Mi hijo de dos años me dijo esa frase hace unos días cuando las circunstancias adversas me sobrepasaron y le mostré mi lado más vulnerable. «Estoy triste y por eso lloro», le expliqué. Nunca le he reprimido el llanto a él, pero los abuelos sí lo han hecho en varias ocasiones. Cuando comenzó la escoleta, después del primer día fue a ver a sus yayos y les dijo: «He llorado mucho», a lo que mi padre le contestó: «Los campeones no lloran». Mi hijo le respondió: «Los campeones sí lloran», dándole así una respuesta contraria a esa educación que me obligaba de niña a frenar las lágrimas porque tenía que ser siempre fuerte. De hecho, mi madre nunca ha soportado verme llorar. Ella nunca llora, aunque yo la he visto llorar al menos dos veces, ambas por mi culpa. Y quizás la hubiera visto una tercera vez si hubiese podido asistir al funeral de mi abuela, al que nunca fui y siempre lamenté no haber ido al estar lejos. A mi abuela sí que no la vi llorar jamás... Hace unos días mi madre me contó que, antes de irse de la isla apesadumbrada, limpió la nevera a fondo cuando tuvo ganas de llorar. Y cuando se subió al barco rumbo a Denia y las lágrimas le acechaban pensó en otra cosa para que no se le escapase ni una, no fuera a ser que aquello ya no parase nunca.

Compartir el artículo

stats