El Plan de Marketing del Consell para la marca turística ‘Ibiza’ incorpora el análisis de datos como un elemento fundamental para tomar decisiones que marquen la estrategia turística de la isla. Sin duda, el uso de las nuevas tecnologías para obtener información precisa con la que definir hábitos, preferencias, líneas de actuación y detectar todo tipo de problemas es indispensable en la actualidad para desarrollar una gestión eficaz y con visión global, pues el sector turístico es por definición consumidor sin límites de recursos, y el objetivo debe ser precisamente que esta industria sea compatible con la preservación de la isla y el frágil equilibrio que caracteriza a un territorio tan pequeño.

Las nuevas tecnologías y la gestión de datos son una herramienta fundamental, pero su uso debe estar supeditado a una reflexión más profunda que todavía no se ha abordado de verdad en Ibiza: es necesario tener claro qué isla queremos, cuál es el modelo turístico que perseguimos a corto, medio y largo plazo. Sin definir adónde vamos y cuáles son los límites que nos autoimponemos no podemos determinar qué uso hay que dar a los datos.

Este debate se abrió paso especialmente con la irrupción de la pandemia y las restricciones a la movilidad, cuando el parón obligado del turismo se presentó como el momento perfecto para repensar la deriva que lleva la isla, saltando de récord en récord como si el éxito fuera superar cifras de turistas año tras año, sin analizar la sostenibilidad de este crecimiento sin fin y el impacto que tiene en todos los ámbitos, desde el medioambiental hasta el social, sobre las infraestructuras o los recursos y servicios básicos que necesita la población. Sin embargo, con la llegada de la plena normalidad en 2022 también recuperamos el laissez faire, esa tolerancia y descontrol que han caracterizado siempre a Ibiza y que, en nombre del libre mercado y del derecho a enriquecerse a costa de lo que sea, nos ha llevado a situaciones límite que deberían haber encendido ya todas las alarmas.

La masificación y consiguiente deterioro de entornos naturales y del litoral; la saturación de los equipamientos (depuradoras, desaladoras, carreteras, vertedero...) y de los servicios básicos (como la sanidad, por citar uno de los más importantes); los fondeos masivos en lugares de alto valor ecológico; la insoportable carestía de la vivienda, vetada a residentes y trabajadores de temporada... A pesar de que ya está generalizada la convicción de que hay que poner límites porque el territorio, los recursos y la capacidad de la isla son limitados, por mucho que la sostenibilidad se haya convertido en la palabra de moda omnipresente en los discursos de políticos de todo signo, patronales, sindicatos y asociaciones cívicas, nunca pasamos de los diagnósticos, de la retórica y de las formulaciones teóricas. El debate suele aflorar en los meses punta del verano, cuando sufrimos los inconvenientes de la masificación, pero se olvida en cuanto se empiezan a despejar las carreteras.

Ibiza sigue teniendo la misma asignatura pendiente que hace 20 años, 40 años: la definición de un modelo de isla, de una estrategia turística que contemple el medio y largo plazo y que sea compatible con la conservación del territorio y los recursos; falta un desarrollo turístico ordenado y respetuoso con el entorno y con la población residente. Esta carencia de modelo lastra nuestro presente y también nuestro futuro, y nos acarrea numerosos problemas derivados de la ausencia de planificación y de un ideal que nos sirva de referencia colectiva, pese a que las nuevas tecnologías nos permiten ya desde hace tiempo obtener y procesar ingentes cantidades de información para diagnosticar adecuadamente la situación y respaldar las soluciones.

El director insular de Turismo, Juan Miguel Costa, sentenció en la presentación del Plan de Marketing: «Hasta ahora hemos tomado decisiones en un destino turístico como Ibiza por intuición, sin información». Así es. Pero igual de lamentable será hacer acopio de información sin saber para qué la queremos, seguir tomando decisiones basadas en un caudal de datos pero sin tener claro dónde queremos llegar y cuál es el modelo de isla al que aspiramos para vivir y para garantizar nuestra prosperidad.

DIARIO DE IBIZA