Ningunea a la oposición, aprovecha la enfermedad de un concejal para sacar adelante iniciativas en el pleno, es incapaz de negociar con nadie pese a estar en minoría (ni el exalcalde Antoni Marí Tur, Botja, llegó a estos extremos cuando perdió el apoyo de Democracia Pitiusa), aparenta que el Caso Sonitec no va con él y mantiene en el cargo a un edil que, por cautela, no debería tocar ni un euro público más y, ahora, utiliza a la responsable de Transparencia, Eva Prats, para que vigile al socialista Antonio Lorenzo cuando estudia la documentación que este ha pedido sobre los contratos del departamento de Fiestas. La actual deriva autoritaria del alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra, en modo dictadorcillo caribeño, empaña su ya de por sí gris mandato, en el que lo único sobresaliente han sido sus fiestas, de las que ya es público quién es el mayor beneficiado. Que encima arrastre consigo a Prats en su huida hacia delante dice mucho de él. Y que la concejala acepte jugar ese papelón de censora también la retrata, quizás inconsciente de que este episodio ha quedado grabado para siempre en su currículo político. Serra persigue el membrete de Consistorio transparente, pero si continúa así lo que tendrá que hacer es rebautizar al departamento que dirige Prats como de Opacidad.
