Tribuna

El futuro empieza hoy

Rita Planells Ferrer

Rita Planells Ferrer

Dijo ya Demóstenes en el siglo IV aC que las palabras que no van seguidas de los hechos no sirven para nada. Sumergiéndonos en el mar de la política, ¡cuántas palabras en disertaciones inútiles y eternas promesas jamás cumplidas no han valido para nada y cuántas se escuchan aún a diario abocadas al inmenso y ávido depósito de los discursos fútiles que nunca se traducirán en gestos!

Siempre, y especialmente en el momento actual, en que la Humanidad se halla sacudida por la violencia en todas sus formas (desde los conflictos armados hasta los impactos en la salud derivados de la crisis climática) es preciso contar con servidores públicos cuya autoridad esté basada en actitudes y acciones, y que la política abandone el debate absurdo de una extrema y ridícula agresividad, para redefinirse en la función genuina de generadora y mediadora de alternativas sociales, cuya finalidad se centre en la versión específica de propuestas de solución ante los problemas que presenta la sociedad.

El cambio continuo, factor dominante en las comunidades actuales, requiere de dirigentes cuyo liderazgo se ejerza con hechos, desde la consideración de la política como actividad compleja, imprescindible y loable, y contando con las personas más capacitadas, que se preocupen de buscar y practicar la mejor forma de solucionar nuestros problemas. Si realmente nos importa la vida humana, debemos reaccionar y cambiar políticas y prioridades para acabar con las situaciones traumáticas que se viven en el mundo y en nuestro entorno más cercano. Pero ello supone adaptación a la realidad, además de la máxima implicación, unida a la más elevada capacidad de reacción, regulación y gestión.

Nos encontramos en Ibiza con un fenómeno genuino i particular, que es el hecho de la alternancia de gobiernos que, a lo largo de varios decenios, no se han adecuado a las realidades emergentes, que no han reaccionado o lo han hecho tarde y mal a las situaciones críticas, y cuya nula o pésima gestión ha resultado contraproducente para la evolución y el desarrollo de la isla a todos los niveles: una derecha anquilosada y caduca y una falsa izquierda desteñida y mal llamada progresista, encarnada por un PSOE incapaz de aplicar políticas audaces y enérgicas en pro del bienestar general, coincidiendo ambas en hallarse más focalizadas en los intereses particulares que en el bien común. Solo hay que reparar en la evidencia para poder apreciar y evaluar la realidad.

La sociedad ibicenca ha aprendido, porque ha sido la víctima de un engaño sostenido por parte de los sucesivos gobernantes, que nos han conducido a la situación no deseada y dramática en la que nos encontramos. Quienes no han aprendido en décadas son ellos, porque aprender significa analizar, cuestionar, valorar y debatir, y en todo ello han demostrado una incompetencia sublime.

Cuando un conocido candidato enquistado en el sistema nos habla de la inversión histórica realizada en sanidad pública, educación y políticas sociales, o bien miente o está reconociendo el fracaso de una gestión; cuando se refiere a trabajar para abordar la lucha contra el cambio climático, la sostenibilidad del turismo y la promoción de la justicia social, la experiencia nos coloca ante una más de las falacias a las que estamos acostumbrados. ¿Qué nos puede decir, a su vez, de las supuestas medidas que no han ayudado a paliar los efectos de la inflación en las economías familiares, ni han servido para proteger a los más vulnerables, ni para apoyar a las clases medias y trabajadoras? Nada tienen que decir aquellos cuyas acciones no están a la altura de sus palabras.

En esta Ibiza nuestra de urbanismo desmesurado y descontrolado, de recursos sobreexplotados, la isla balear con menor porcentaje de producción de energías limpias y con una crisis habitacional de dimensiones alarmantes que está teniendo un impacto terrible en la gente trabajadora, sobran candidatos aficionados a los brindis al sol y legos en competencias y faltan profesionales con vocación de trabajo y servicio público, alejados de la exposición y el posado. Que muchas familias se vean obligadas a abandonar la isla y que la gentrificación haya empezado a instalarse en ella dice mucho de los que han ocupado en los últimos tiempos los lugares de poder, y resulta inaceptable y de una bajeza superior el que culpen de la situación actual a gobiernos anteriores o a acontecimientos concretos, cuando han dispuesto del tiempo y la condición necesarios para ejercer y resolver.

¿Dónde está la tan esperada renovación, que no aparece ni en sus filas ni en sus proyectos?

¿Hablan de cambio aquellos que no son capaces de regenerar ni las unas ni los otros, ni siquiera de renovarse a sí mismos? ¿Cómo se atreven a estas alturas a prometer un futuro mejor para nuestra isla? No hay evolución ni progreso sin cambio, todo va unido. La salida a tiempo de un espacio y una actividad cuando ya se han completado varios ciclos, más aún si han resultado improductivos o dañosos para la sociedad, honra a las personas, más aún cuando éstas han perdido toda confianza y credibilidad. En estos casos, la permanencia solo puede generar en la población desilusión y hastío.

Ibiza necesita al frente de las instituciones personas apasionadas por la vida y el devenir de sus gentes, con sensibilidad social, que se rijan por los principios de la tolerancia, la comprensión y el diálogo, personas resilientes que, cuando cambia la dirección del viento, sepan ajustar las velas para llegar a destino, dotadas además de grandes dosis de empatía (no olvidemos que ésta y los avances científicos han sido los elementos que más han contribuido a mejorar la vida de millones de ciudadanos del mundo). Nuestros nuevos elegidos deben ser personas que se sumerjan en la vida, en la de todos, mirando y queriendo mucho, emocionándose ante el dolor y el sufrimiento de los demás, decididas y comprometidas a diseñar y aplicar medidas excepcionales y urgentes. No podemos ni debemos esperar ni confiar en un porvenir incierto, de ahí la importancia de fijar bien el rumbo. El futuro está aquí, a un minuto, a una hora. El futuro empieza hoy.

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