Tres años para olvidar

¿Recuerdan dónde estaban hace tres años? No se estrujen las neuronas, que es lunes. Ya se lo digo yo: confinados, encerrados, atemorizados por un virus que pensábamos que nos iba a cambiar la vida. Guantes, geles, mascarillas... Ya saben, un caos. Jamás pensamos que seríamos protagonistas de una película distópica, testigos del fin del mundo que conocíamos, de esa ‘normalidad’ que tanto echábamos entonces en falta. Era el comienzo del fin y eso que apenas llevábamos cinco días de férreo confinamiento. Con el paso de los días esa primera quincena se convirtió en un mes, en dos y finalmente en tres. Nos conjuramos como sociedad para cambiar, para celebrar los pequeños detalles como grandes victorias, para prepararnos mejor si salíamos de esa. Si entonces le explicamos a alguien que apenas tres años después nos tenemos que manifestar cada dos semanas por una sanidad justa, con medios materiales y humanos suficientes... Pero así somos los humanos; cortoplacistas, egoístas. Si esto hubiese ocurrido cuando aplaudíamos a los sanitarios habrían asistido miles a la protesta. Pero ni siquiera recordamos ya cómo respiró entonces la naturaleza. Pero no se preocupen que llega el verano, regresan los turistas y el dinero. Todo vuelve a fluir menos nuestra memoria. Así de patéticos somos...

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