Buscar excusas es el deporte nacional, un hábito ineludible, como la siesta, el café o la comida familiar de los domingos. Consiste, básicamente, en que la culpa siempre es del otro. Es sin duda la manera más fácil de esconder las carencias, los errores o los complejos. El fútbol tiene en el árbitro la excusa perfecta. Un equipo pierde o empata por su culpa, nunca por un planteamiento cobarde o reservón del entrenador, por un delantero que no le mete un gol al arcoíris o un portero que no tiene su tarde. Qué fácil es señalar y evitar la necesaria autocrítica, que pasa a un discreto segundo plano (o ni siquiera existe) en demasiadas ocasiones. El Atleti lo tenía claro en cuanto Gil Manzano mostró a Correa la roja directa por dar un golpe a Rudiger con el balón a unos cuantos metros: había sido otra encerrona en el Bernabéu. Mensaje de Simeone en rueda de prensa, tuit irónico, otro tuit (esta vez con foto) y, por último, la traca final, el comunicado/entrevista de Gil Marín en la web del club. Texto duro en el que lanza frases contundentes del tipo “siempre padecemos estas actuaciones contra este equipo por la presión que ejerce al colectivo arbitral.” Lo dicho, el deporte nacional.

El victimismo es el alimento de los perdedores, de aquellos que son incapaces de asumir que para crecer es mejor actuar que criticar, de los que no entienden que se mejora corrigiendo los errores y no mirando qué hacen o dicen los demás. Lo malo del caso es que los fieles te compran ese discurso sin tan siquiera pararse a reflexionar. Es fácil. Dos declaraciones y un par de tuits son suficientes para crear un estado de opinión favorable, sobre todo de los tuyos. Así se evita hablar de un codazo que ha salido a pasear alegremente o de jugar mejor y acabar empatando. Y si además te enfrentas a tu máximo rival, mejor aún. A los de enfrente siempre les benefician, siempre les perdonan esa tarjeta clara y, por supuesto, siempre les pitan a favor un penalti dudoso. En definitiva, qué grande es este maravilloso deporte llamado fútbol donde el sentimiento se impone a la verdad y los colores del corazón le ganan a la razón. Da igual lo que pase, lo importante es lo que sientes.

Pitos y aplausos:

Bravo por la reacción de Xavi. Con el desastre del Almería podía haber buscado la excusa de las bajas o el cansancio, pero no. “El peor partido de la temporada”, sentenció. Autocrítica, claro que sí. Así se arreglan los problemas.

De la Fuente, llama a Gabri Veiga. En esa lista en la que no tiene cabida de por vida Sergio Ramos debería de estar, sin duda, este futbolista gallego. Ayer volvió a demostrar que el futuro es suyo con una exhibición de llegada y talento.

Mestalla, la clave de la salvación. Lo sabíamos, pero ante la Real Sociedad lo volvimos a comprobar por enésima vez. El empuje de la afición del Valencia fue básico para sacar adelante tres puntos fundamentales.

La Unión Deportiva Las Palmas suma y sigue. La victoria, sufrida, ante la Ponferradina permite al equipo de García Pimienta mirar al resto de equipos desde lo más alto. Nueve partidos sin perder tienen la culpa.