Para empezar

Sa Penya, el gran fracaso de todos

César Navarro

César Navarro

Enésimo golpe al narcotráfico en sa Penya... uno ya pierde la cuenta. Mi inocencia adolescente se truncó en parte precisamente por lo que emanaba de ese barrio. Sin ofertas más allá del puerto, nuestro ocio se limitaba a la Marina y alrededores. Aprendimos a callejear evitando a los malcarados vecinos de sa Penya que lo mismo te ofrecían heroína como te exigían lo que llevaras en el bolsillo; a mirar hacia otro lado cuando veías subir a sus calles a la sombra que un día fue un conocido, un amigo. Aprendimos que esa mierda que venden desde hace décadas mata, y que lo hace lentamente. Que esa zona de la ciudad nos estaba vetada por sentido común. Tantas décadas después, nada ha cambiado. Sa Penya sigue igual, las sombras siguen en patética peregrinación en busca de sus camellos y sus calles no se han abierto a la ciudad. Siguen aisladas, como si pertenecieran a otro mundo inalcanzable que se rige por sus propias normas; la principal, el miedo. Nadie es bienvenido bajo la muralla Patrimonio de la Humanidad. Nos hemos resignado, hemos perdido el barrio. Ningún gobierno municipal ha sido capaz de recuperarlo. El espanto y la podredumbre son los principales vecinos de una maravilla arquitectónica que un día fue el alma de la ciudad pero que se pudrió hace décadas.

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