Opinión

Por mi gran culpa

El bien y el mal. Cumplir los mandamientos y las leyes divinas. Y caso de no hacerlo, arrepentirse y pedir perdón con propósito de enmienda, con la intención de no volver a caer en pecado. El nacimiento marcado por el pecado original, y el ser humano redimido por un bautismo que nos deja la pizarra en blanco para empezar de cero.

Pero nos llegan ateos y demás a decirnos que no, que no hay que rendir cuentas por nuestros actos ante un Dios inexistente, y hay quien se siente libre y sin ataduras, sin necesidad de exigirse más allá de una “moral” a medida, autosuficiente y cuya única meta es la satisfacción personal.

Ya. Ilusos.

¿Se han dado cuenta de que esta nueva religión, traída por ongs, burócratas y muchimillonarios filantrópicos se basa en la culpa? El ser humano es malo, depredador y destructor y su paso por la Tierra es pura devastación.

¿Tienes hijos? Mal

¿Comes carne? Mal

¿Tienes coche? Mal

¿Enciendes la luz? Mal

¿Viajas en avión? Mal

Todo mal. Se crean nuevos términos, se inventan nuevas debilidades (¡‘ecoansiedad’!) para hacernos sentir en una constante presión por nuestros actos, reales o imaginados, presentes e incluso futuros, haciéndonos a los ciudadanos de a pie únicos responsables del futuro (o no futuro) de un planeta infectado de seres humanos, y que merece nuestro sacrificio vital (pero solo el de Occidente) en pago de tantos y tantos pecados de despilfarro medioambiental.

Y como en tantas religiones, sus dirigentes practican lo contrario de lo que predican, aupados por una autoconcedida superioridad moral que les permite orientar (y machacar) nuestras vidas hacia donde desean.

No sé cómo lo ven ustedes, pero yo intento dejar un planeta mejor a mis hijas sin creer que para ello tengamos que volver a las cavernas. Entre otras cosas, porque estoy convencida de que mucho de todo esto no es sino un negocio de cuatro listos que pretenden ser apóstoles de una imposición, no de una fe verdadera. No se fíen de los falsos profetas ni de los sepulcros blanqueados. Yo no lo hago: para creencias ya tengo las mías y mi Dios no es de este mundo, aunque vele por él y por todos quienes lo habitamos.

@merbaronam

Suscríbete para seguir leyendo