Opinión | Para empezar

Puente aéreo a Can Misses

Lo último que necesita un enfermo de cáncer es que le siembren dudas sobre la atención que va a recibir. Mi marido y yo vivimos otra época de precariedad del servicio de Oncología en Can Misses, tras la marcha del doctor Rafael Morales, en que muchos pacientes se veían obligados a desplazarse a Palma (y con dietas que eran limosna porque la dignidad se la reservaban entonces como ahora a los pobres diputados que han ingresado unos 9.000 euros con la extra esta Navidad). Y sin embargo, no habría tenido más oportunidades en Barcelona, Madrid o Valencia que en Ibiza. El hospital pitiuso le proporcionó tratamientos de inmunoterapia novedosos y carísimos fármacos punteros que si no curaban lo incurable tal vez sí le dieron algunos meses más de buena vida, que no es poco. Y estoy convencida de que tanto Carlos Rodríguez como los especialistas que se desplacen van a poner todo de su parte para ofrecer la mejor ayuda posible a los enfermos pitiusos. No deben tener miedo. Pero la sanidad en Ibiza no puede depender de un ‘puente aéreo’. Es una barbaridad que Can Misses se quede con un solo oncólogo. Guardias, días libres, vacaciones, imprevistos... La saturación acarrea retrasos inadmisibles en diagnósticos, pruebas... con consecuencias; la sobrecarga de trabajo quema a los profesionales. Es terrible que venir a Ibiza sea un «castigo», que la especulación y la carestía la hayan convertido en una isla en que ni un sueldo de médico asegura ya una vivienda en condiciones, pero esto no es excusa para el Ib-Salut, que tiene la obligación ineludible de garantizar un servicio fundamental. Escuchen al Simebal, creen incentivos, paguen más y, si el presupuesto no da para subir la oferta, recorten en altos cargos. Nos va la salud en ello.

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