Opinión | Desde la marina

Made in Iboshim

Toda la isla es un campo arqueológico que no deja de proporcionarnos sorpresas, vestigios de nuestro dilatado pasado. No sólo en el entorno de Vila, principal y primigenio poblamiento, sino también en la geografía interior. Tenemos evidencias incontestables y sobradas de que toda nuestra ruralía estuvo desde los primeros tiempos totalmente colonizada. Lo demuestran los numerosos yacimientos púnicos que tenemos, algunos en lugares tan extremos como es Culleram. Esta colonización que hasta no hace mucho conocíamos sobre todo por las piedras, necrópolis y poblados como sa Caleta o ses Païsses de Cala d’Hort, en los últimos tiempos ha ganado peso y significado con las impresionantes huellas de cultivos que nos dejan las trincheras que vemos en toda la isla y que parecen pertenecer al cultivo de la viña.

Si hoy sumamos a estos vestigios los comentarios que sobre otros productos y cultivos nos dejan las fuentes clásicas, empezamos a tener una idea de cuál pudo ser el mapa productivo de Iboshim. Plinio nos habla, efectivamente, del cultivo de la vid, pero también de la excelencia de nuestros higos, de nuestras preciadas lanas, etc.

A partir de aquí, no nos vendría mal a pie de calle que nuestra arqueología nos diera una visión aproximada de cuál pudo ser el mapa agropecuario y productivo de la Ibiza púnica, es decir, de los productos del campo que daba la isla y qué importancia pudo tener lo que se generaba en alfares, talleres y pequeñas industrias, salazones, púrpura a partir del murex, etc. La intermitencia de los hallazgos que son noticia continua en estos papeles despiertan la curiosidad del lector por una visión, en la medida de lo posible, totalizadora.

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