Diario de Ibiza

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Alicia Reina Escandell

Júlia cree en Ibiza y en su capacidad de inspirar

Para aquellos que no pudieron asistir a mi ponencia bajo el título ‘Ibiza y su capacidad de inspirar’ que tuvo lugar el pasado 23 de noviembre en el Club Diario de Ibiza, voy a intentar resumir las ideas principales y el mensaje que quería transmitir a quién tenga la paciencia y la voluntad de escucharme.

Es innegable reconocer que Ibiza tiene una magia especial, que ha inspirado, inspira e inspirará a todos los que nos acercamos a ella con respeto y curiosidad.

De modo que, desde que nació el turismo en la isla, allá por la década de los años treinta, hasta nuestros días, Ibiza ha logrado, de modo más que patente, inspirar a escritores como Rafael Alberti y Walter Benjamin, a poetas como Isidor Macabich y Marià Villangómez, a filántropos como Ernesto Ramón Farjarnés fundador de la Escuela de Turismo de Ibiza, a los ibicencos que moramos la isla, a los hippies de los sesenta, a los clubbers británicos de los noventa, a empresarios de la isla como Pepe Roselló, Ricardo Urgell o Abel Matutes, entre otros… A algunos nos ha inspirado también a promover proyectos como los ‘Ibiza Tanit Awards’ como homenaje al turismo y las mujeres que están teniendo un papel significativo en la industria turística ibicenca. De modo que, a todos, pobres y ricos, altos y bajos, buenos y malos… a todos, con el tiempo, Ibiza nos ha inspirado.

Muchos nos preguntamos cuál es la fórmula mágica que tiene nuestra querida isla para lograr lo que ha logrado. Incluso algunos de nuestros competidores, que siguen tratando de imitarnos, se preguntan cuál es la clave del éxito de Ibiza. Como si de la misteriosa receta de la Coca Cola se tratara. Siendo sincera, he de reconocer que no es una cuestión fácil de resolver. Los hechos son los que son y solo estos nos pueden ayudar a responder a esta pregunta. Observamos pues, cómo de forma espontánea, nuestra isla se ha convertido en icono de tolerancia y libertad, porque ‘Ibiza vive y deja vivir’. Y este mensaje que ha traspasado fronteras, mediante una estrategia improvisada y multidireccional de comunicación en la que hemos intervenido todos, ha calado en la gente. La Ibiza de las mil caras, instagrameable y fotogénica, a la vez que genuina y singular, ha logrado emocionar y empatizar con todas las sensibilidades que humanizan al viajero que nos visita. Lo más curioso es observar cómo siempre se adapta y reinventa para estar continuamente de moda y en boca de todos, convirtiéndose, tal como señala la experta en turismo Eva Ballarin, en epicentro de nuevos conceptos turísticos, de hospitalidad, hosteleros y de ocio. Parte del mérito o de la culpa (según se mire) puede que recaiga en el talento y la audacia de algunos empresarios que han apostado por la isla construyendo un sinfín de sinergias que han contribuido a su progreso. Pero lo más interesante de todo esto, es comprobar cómo hemos comprobado que las crisis en nuestra isla son su mejor motor de reinvención, germen de nuevas oportunidades que hacen resurgir incansablemente a Ibiza de sus cenizas. Porque pese a quien pese (por si alguien se da por aludido), Ibiza sigue inspirando y ejerciendo un intenso poder de atracción que emociona y te toca el corazón.

Si queremos pues que Ibiza conserve este embrujo y magia que la caracteriza, y continúe inspirándonos, hemos de enfrentamos a toda una serie de retos que los ibicencos han de liderar y acometer con valentía. Los retos son múltiples, y algunos no son nuevos: la búsqueda de una sostenibilidad inteligente, la conservación de las tradiciones y la autenticidad del destino, la innovación, la mejora de las infraestructuras y la movilidad (el problema de la escasez de taxis), la atracción del talento, la promoción de la vivienda para nuestros activos humanos, la mejora de las conexiones, la apuesta real por la desestacionalización y la lucha contra el intrusismo y la competencia desleal. Pero el que a mi juicio es el reto más importante, que puede tener un efecto multiplicador, es lograr que el sector privado y el sector público caminen de la mano al unísono a la misma velocidad de crucero que exigen los tiempos que estamos viviendo.

Así que aquella tarde lluviosa e invernal de noviembre, acabé mi intervención con la magnífica frase célebre de William George Ward que, en otras ocasiones, he compartido con vosotros, y que, Júlia la hija de un buen amigo mío, escribió en su lettering para el colegio tras escuchar a su padre hablar de mi intervención en el Club Diario de Ibiza.

«El pesimista se queja del viento,

el optimista espera a que cambie,

el realista ajusta las velas».

Porque Júlia, desde su inocencia infantil, cree y quiere seguir creyendo, como yo, en Ibiza y su capacidad de inspirar. Ajustemos pues nuestras velas para afrontar los retos que se nos presentan, porque si algo hace que Ibiza siga inspirando es su autenticidad y su capacidad de adaptación a todas las circunstancias.

Dedicatoria: Con cariño para Júlia,

para que nunca deje de creer en Ibiza

y en su capacidad de inspirar.

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