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Martínez-Fortún

Pasar a la historia

Para que Homero cantara su cólera, necesitó Aquiles una temeridad sin límites, cientos de cadáveres, incluido el del Héctor, y morir a manos de Paris. Y para Ulises supuso un viaje repleto de peligros en su vuelta a Ítaca.

Roldán protagonizó su cantar de gesta por la osadía de no tocar el olifante para salvar de la muerte a los doce pares de Francia. Sigfrido se bañó en la sangre de un dragón vencido por su propia mano y el Cid conquistó Valencia incluso muerto.

Historia o leyenda, ahí están sus nombres y la fama, que para Manrique, suponía una vida de honor aunque no eterna ni verdadera pero mucho mejor que la vida terrenal perecedera. Mas obedezcamos al poeta y dejemos a los troyanos, a los galos e incluso a los castellanos, que sus males no los vimos ni sus glorias. Vengamos a lo de ayer, que puede que escueza o avergüence incluso.

Pues hace unos días, nuestro humilde presidente de gobierno aseguró exultante su certeza absoluta, que no su mera esperanza, de que pasaría a la historia. Y ya se ve el hombre con un aeropuerto o una estación con su nombre, como Suárez o Almudena.

Un repaso rápido a la hemeroteca nos permite recoger variados motivos por lo que semejante cosa ocurrirá. Para la senadora del PP, Salomé Pradas, Sánchez lo hará como el presidente de España que gobernó contra España, para Santiago Abascal, como el que traicionó a los españoles, a España y al Rey y para José María Aznar, por su profunda inutilidad.

Más allá de meras opiniones que serían muy diferentes si preguntamos a Tezanos, Calvo o Rufián, los hechos objetivos son que la candidatura de Sánchez en 2016, según la BBC, fue la que obtuvo el peor resultado del PSOE en democracia y su persona la que más tiempo se mantuvo como presidente en funciones.

Mas según sus rotundas y orgullosas palabras, el mérito que catapultará su nombre al reconocimiento universal será sacar a Franco de su tumba.

Y yo me pregunto, inteligente lector, qué papel reserva la historia a quien cifra su máximo logro en tan formidable, difícil, urgente y heroica actuación sobre un muerto.

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