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Ana Bernal Triviño

El talón de Aquilesde la ley

«Pienso, primero, en la angustia de las víctimas cuyos casos están revisados y de aquellas que lo temen en los próximos días»

De lo ocurrido con la ley del ‘sí es sí’ pienso, primero, en la angustia de las víctimas cuyos casos están revisados y de aquellas que lo temen en los próximos días. Nadie que haya vivido una violación, el trauma y el duro proceso de recuperación, sabe lo que cualquier mínima incertidumbre vuelve a crear en ellas.

Me superan los desvíos del debate, el ruido y la desinformación que dan gasolina a quienes están ávidos de ella. Y me sobran las declaraciones de quienes votaron en contra, no por las penas mínimas, sino por intereses propios.

Me supera el brindis del machismo tras descubrir el talón de Aquiles de una ley que era fuerte y necesaria y que, por primera vez, ha pensado en la recuperación de unas víctimas que estaban sin recursos.

Me supera quienes ven blanco o negro, sin asumir que hay audiencias que interpretan rebajar penas y otras no, quienes no escuchan a la magistrada Roig decir que la disposición transitoria no hubiese sido la solución definitiva o al magistrado emérito del Supremo, Martín-Pallín, decir que «no es obligatorio imponer la nueva pena mínima» y que «se puede mantener».

Me supera escuchar ahora que todo el mundo avisó sin documentación que lo demuestre, cuando el CGPJ no habla de las mínimas o cuando en cambio, la asociación Themis sí que avisó. Me supera la falta de reconocimiento del error y formas de un Ministerio que debe asumir que corregir o avisar no es dañar, sino sumar, porque cualquier mínimo hueco en las leyes se puede usar en nuestra contra y hay que blindarlas.

Y me supera todo lo previo a esta ley. Desde aquel diario nacional que alertaba que la ley «rompe la presunción de inocencia» hasta quienes la pararon en el Senado por el cambio de una vocal del texto. Más vale que ese esfuerzo se lo hubieran dedicado a detectar este error. Que Fiscalía actúe ya y se busque, en conjunto, una solución urgente sin pensar en crédito partidista ni aplauso, sino en que no haya impunidad y en que las víctimas no sufran más. El tiempo va en nuestra contra.

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