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Los felices 90 en Estados Unidos

El 16 de julio de 1992 Bill Clinton fue proclamado oficialmente como candidato del Partido Demócrata a la presidencia de Estados Unidos. Aquel día algunos corresponsales tuvimos el privilegio de asistir en directo a aquella celebración. Con 2.500 homicidios al año, Nueva York vivía años malos y el país estaba luchando por salir de la recesión bajo la presidencia de George Bush. El planeta observaba atentamente cómo evolucionaba el desmembramiento de la URSS; China quería olvidar Tiananmén e iniciaba su gran acelerón; los Balcanes volvían a sangrar; la CEE avanzaba en su integración paso a paso; Felipe González gobernaba España y quedaban nueve días para la inauguración de los JJOO de Barcelona.

Clinton ganó aquellas elecciones a Bush y a un precursor avanzado de Donald Trump: el empresario Ross Perot, que obtuvo un 18,9% de los votos como independiente. Ya hablaba Perot de recuperar América y de defender sus productos. Aquel fue un voto protesta, considerado antiestablishment, de unos ciudadanos que empezaban a mostrar un giro hacia el populismo más radical.

Clinton gobernó durante ocho años de plenitud y optimismo. Empezaba la primera gran revolución de internet que acabaría transformando el mundo. Se generó la primera burbuja punto com. Su vicepresidente, Al Gore, empezaba a hacer proselitismo -aún se tomaba poco en serio- contra las amenazas del cambio climático.

Fue un feliz final de década. Las guerras en la ex-Yugoslavia y en el África Central eran algunas de las sombras que pervivían juntamente con los primeras actuaciones del terrorismo radical islámico. En aquella Pax Americana, la educación y la búsqueda de consensos pervivía en la política americana cuando era necesaria. El líder del Partido Republicano, rival de Clinton en las elecciones de 1996, era el prudente y caballeroso Bob Dole. En noviembre de 2000, George Bush (hijo) ganaba con lupa a Al Gore la presidencia en aquellas elecciones del recuento interminable. Desde entonces, Gore siempre ha sido considerado el presidente que nunca lo fue. El 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos perdió su inocencia e inició una nueva guerra. Vladímir Putin ya mandaba en el Kremlin. Barack Obama era un desconocido senador del estado de Illinois. Donald Trump, un especulador inmobiliario. Joe Biden era senador federal por Delaware.

Biden, 82 años, todavía no ha anunciado si quiere presentarse a las elecciones de 2024. La margarita sobre si se presenta o no también la deshoja Donald Trump. En investigación judicial: el papel que este, aún como presidente, pudo tener aleccionando la toma del Congreso por parte de sus hooligans el 6 de enero de 2021.

A lo largo de este siglo la política americana se ha polarizado como nunca en su historia: en los demócratas han crecido las posiciones más izquierdistas y la gran mayoría republicana predica posiciones más que conservadoras, además de ser pro-Putin. Los resultados de las elecciones legislativas celebradas el martes -pasarán días hasta que no se confirmen los resultados definitivos- no arreglarán nada. Complican aún más la posibilidad de consensos entre ejecutivo y legislativo, aquello que era habitual en ese país. La campaña para iniciar la campaña presidencial de 2024 no ha hecho más que empezar. El resto del mundo observaremos preocupados.

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