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Gonzalez,-Elena

Dalt Vila, de los mulos al ‘spa’

«Llevaría yo allí los mulos y se podrían sembrar granos y legumbres», propuso el concejal Pere Planells cuando, en los años 30, el Gobierno cedió los baluartes de Dalt Vila al Ayuntamiento de Ibiza, sin descartar que fueran también un buen emplazamiento para gallinas y palomos aunque algún otro edil, con más visión turística, abogara por montar un zoo. Las murallas sobrevivieron sin mayores daños a tales «lumbreras», cuyas ocurrencias recuerda Antonio Viñarás en ‘La Segona República a Eivissa i Formentera’, como ya lo hicieran allá por 1900 a los ‘prohombres’ que presionaban para derribarlas por «inútiles», propuesta que afortunadamente no tuvo recorrido, aún no se sabe bien si porque resultaba demasiado cara. Ahora están, en teoría, «protegidísimas», pero no pude evitar acordarme de esos abanderados de «la rentabilidad primero» viendo a Pilar Costa y claca defender una piscina para ricos sobre la muralla primitiva y sus tesoros. ¡Cómo cambian las tornas! Se ve que tras más de una década de anuncios y ridículos, y con las elecciones a la vuelta de la esquina, al PSOE le han entrado ahora las prisas por finiquitar la ‘privatización’ del Castillo e inaugurar el enésimo, e innecesario, hotel de lujo de la isla, y que, para hacerlo, a juzgar por las declaraciones de Turespaña, no tendrían empacho en sepultar en cemento unos hallazgos excepcionales y que son historia y legado de todos los ibicencos. Espero que esa animalada no salga adelante, que en el Patrimonio, mejor aquellos mulos que estos «burros».

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