La manifestación contra el acoso escolar que se celebró en Ibiza el pasado martes debería ser un revulsivo para las familias, los docentes y la conselleria de Educación, dada la gravedad de los hechos que denunciaron. Medio centenar de personas recorrieron las calles de Vila para visibilizar y denunciar el problema del acoso escolar y sus consecuencias devastadoras para las víctimas, algunas de las cuales llegan a suicidarse, incluso a edades muy tempranas, cuando ni siquiera han llegado a la pubertad. Los participantes en la protesta, convocada por la asociación NACE-No al acoso escolar, instan a los responsables educativos (los centros escolares, los docentes y la conselleria) a que se tomen muy en serio este asunto y que asuman la responsabilidad que tienen, porque no actuar y mirar hacia otro lado agrava el sufrimiento de las víctimas hasta extremos insoportables y lanza un mensaje de tolerancia hacia las conductas de abuso que fomenta la impunidad de los agresores además de la pasividad o aceptación del grupo, con tal de no convertirse en víctimas si alguien no secunda el acoso o lo censura.

El lema de la manifestación, ‘si tú no actúas, ellos se matan’, es la clave. Ya sea por negligencia, falta de sensibilidad, de formación o de interés, o por ausencia de protocolos claros y eficaces, que el centro y los docentes no intervengan ante una situación de acoso, y que la conselleria no disponga de los recursos necesarios para reforzar a los colegios e institutos en estos casos, representa una grave dejación de funciones. Es necesario que el profesorado tenga la formación adecuada y que no minusvalore las señales de alarma ni el silencio que suele mantener quien sufre el maltrato por parte de sus compañeros.

Es habitual que en los casos de acoso escolar o laboral se culpabilice a la víctima y se imponga una ley del silencio en torno a lo que ocurre, lo que deviene en una normalización de la situación que protege a los agresores, mina la seguridad de la víctima y la disuade de denunciar por miedo. Si quienes tienen la obligación de protegerla ignoran el problema, la víctima no recurrirá a ellos y los agresores cada vez se sentirán más impunes y los agredidos, más desamparados. El acoso escolar es un problema silencioso y silenciado del que debemos hablar y que hemos de afrontar con seriedad y de forma urgente.

Las familias deben estar alerta y actuar cuando haya signos de que un menor está sufriendo acoso o lo está cometiendo, al igual que los docentes, cuya implicación en este asunto es clave, pues son piezas fundamentales para que nunca más ningún niño o adolescente acabe con su vida como salida a su terrible padecimiento. La asociación pitiusa contra el Acoso Escolar atiende nueve casos en Ibiza y uno en Formentera, pero son sólo la punta de un problema de proporciones mucho mayores. No actuar no es, en absoluto, una opción.

DIARIO DE IBIZA