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Juan Gaitán

Eróstrato y el caos

«Activistas medioambientales han iniciado una campaña de ataques contra obras de arte que, aunque recrudecida en los últimos días, empezó en mayo, cuando un tipejo lanzó una tarta a ‘La Gioconda’»

El mismo día en que nació Alejandro Magno, el 21 de julio del año 356 antes de nuestra era, según crónica de Plutarco, ardió hasta su completa destrucción el templo de Artemisa en Éfeso, una de las siete maravillas del mundo antiguo. El incendiario fue Eróstrato, un pastor cuya única intención era que «por la destrucción del más bello de los edificios su nombre sería conocido en el mundo entero», según relata Valerio Máximo en su impagable ‘Hechos y dichos memorables’.

Eróstrato logró su objetivo, pasar a la historia, y de paso bautizó un trastorno psíquico llamado ‘síndrome de Eróstrato’ o ‘erostratismo’, que define la «manía que lleva a cometer actos delictivos para conseguir renombre».

En estas estamos. Activistas medioambientales han iniciado una campaña de ataques contra obras de arte que, aunque recrudecida en los últimos días, empezó en mayo pasado, cuando en el Museo del Louvre ‘La Gioconda’ permaneció estoicamente serena y sin perder la sonrisa cuando un tipejo le lanzó una tarta. Luego hemos ido sabiendo de dos que pegaron sus manos sobre un cuadro de Picasso en un museo de Melbourne, y de otros dos que arrojaron una lata de tomate contra ‘Los girasoles’, de Vincent Van Gogh, en la National Gallery, y que después pegaron sus manos a las paredes del museo y lanzaron un mensaje: «La creatividad y el brillo humano se muestran en esta galería, pero nuestro patrimonio está siendo destruido por la incapacidad de nuestro Gobierno para actuar sobre el clima y la crisis económica».

Han sido varios ataques más. Algunas crónicas meten en el grupo el ataque contra una estatua de cera del reciente rey Carlos III de Reino Unido, pero yo tengo serias dudas sobre la condición artística de las estatuas de cera (incluso del modelo), así que vamos a dejarlo estar. Sea como fuere, de ningún modo posible he conseguido entender el silogismo. ¿Qué tiene que ver «la creatividad y el brillo humano» con «el clima y la crisis económica»? Puestos a atentar contra algo, ya que eres un zopenco incapaz de otra cosa, las multinacionales de la energía, que causan la mayor parte de este desastre medioambiental, serían un blanco más apropiado que los pobres girasoles del pobre Vincent, incapaces de hacer nada más que arrojar belleza sobre la vida.

Uno de los medios más seguros para que finalmente reine el caos es la abolición de la belleza. El mundo parece empeñado en ello. Pretender salvarlo atentando contra el arte es como proponer la decapitación como cura contra el dolor de cabeza. Si algo puede salvarnos, ahora y siempre, es la belleza, esa que los seres humanos hemos buscado desde que empezamos a ser seres humanos. Primero hicimos el objeto útil y luego algo nos impulsó a hacerlo bello. Atentar contra eso es, esencialmente, atentar contra la más honda raíz de lo que nos hace humanos. Eróstratos de la nueva era, cometen su iniquidad porque proporciona fama muy rápido y además es fácil. Y porque, siempre inocente y frágil, la belleza no tiene más protección que la belleza.

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